viernes, 13 de junio de 2014

LA FERIA DE LOS VANIDOSOS



Vanitas vanitatis et omnia vanitas! Vanidad de vanidades y todo es vanidad.

Se termina este domingo la Feria del Libro de Madrid, en su septuagésima tercera edición, en la que esta garza ha tenido el discutible privilegio de participar como firmante de ejemplares de su obra “Llora como mujer”.

Habida cuenta de que a los escritores “desconocidos” no se les dan muchas oportunidades para participar en este tipo de eventos, lo primero que experimentas al enterarte es una especia de satisfacción que empieza a alimentar tu vanidad y te impele a hacerlo partícipe a toda la ciudad y al mundo (una especie de Urbi et Orbi, pero más pagano).

Luego caes en la cuenta de que, como no tienes el nombre de Vargas Llosa, ni el marketing de Dan Brown, va a ser muy difícil de que tu glorioso paso por la élite de la literatura contemporánea se vea reflejado “como mereces”.

“Dios mío. ¡Cuánta razón tengo y qué equivocado está el mundo!”, decía Metternich. Bueno, muchos no lo decimos, al menos en voz alta, pero lo pensamos muy a menudo y, lo que es peor, lo creemos muy frecuentemente.

El caso es que la distribuidora, que no la editorial, premia tu presencia en la Feria concediéndote tres horas matinales de un día de diario para vender un número determinado de ejemplares. Tuve suerte y alcancé el 80% del objetivo, gracias al enorme despliegue realizado por mis desinteresados protectores a quién es de obligado respeto mencionar; pero a la hora prefijada pasé por caja para “adquirir” el 20% restante.

Con un poco menos de vanidad y un mucho más de realismo volví por la tarde y me aposenté en el quiosco de bebidas instalado junto frente a mi caseta.  Y de este modo pude completar el objetivo. Prueba superada.

Ya es sabido que “cada uno habla de la feria según le va en ella”, así que no pretendo juzgar el todo por una parte, y mucho menos por una parte tan menor. Lo cierto es que lo pasé muy bien al otro lado del mostrador. Fuí entrevistado en tres ocasiones por estudiantes de IES a los que sus profesores de lengua les habían pedido visitar la Feria. Tuve una discusión con un viejo sindicalista que decía exactamente lo mismo que yo, pero que sólo lo admitía si lo pronunciaba él mismo. Un ciudadano de la República Argentina me hizo partícipe de la “verdadera razón” por la que Catalunya quiere la independencia. Una señora me hizo contarle la historia del libro y me dio las gracias y una enseñanza de economía de guerra “No tengo dinero para comprar libros, pero me gusta que me cuenten de qué va y así me hago a la idea de que los he leído”… Vamos hacia Fahrenheit 451

Llamadas, mensajes de texto, ánimos y buenos deseos. Al final, muy positivo.
Y ahora vamos con los reconocimientos debidos. Sólo pondré nombres porque cada persona sabe de quién se trata.

Por orden de intervención: Marina, Bea, Héctor, Isa, Sito, Cristina, Francisco, Guillermo, Toya, Ana, Ángel, Menchu, Fabiola, Araceli, Quini, Flor, María José, Juan Pedro, Jesus y Mariloli. Y luego están  “Las Sirenas”, aunque el mérito principal es de Marijose. Y, Carmen, desde la obligada distancia; Guzmán desde más lejos todavía y a Merche, que se quedó con Noa.

A todas las personas que me han apoyado con su presencia y su cariño, aunque no hayan podido estar físicamente, millones de gracias. 

La Garza agradecida.