Ilustres consejeros, he aquí mis
conclusiones sobre el informe que han tenido a bien encargarme.
Como saben, en uno de los brazos
de nuestra galaxia hay una estrella en cuyo tercer planeta descubrimos, hace ya
casi dos millones de años, un inmenso potencial para la vida.
Después de crear las condiciones
objetivas para el desarrollo de su especie más adaptada nos retiramos
discretamente para dejar que progresaran por sus propios medios, de acuerdo con
el principio universal de libre albedrio.
Hace unos dos mil quinientos
ciclos floreció una civilización en la que destacaba el amor por el arte y la
cultura y los principios de ciertas formas de gobierno que perduran en la actualidad
Una de las naciones de este no
tan lejano planeta se rige por unos gobernantes elegidos por sufragio. Este
gobierno defiende el sagrado derecho a la vida, ley cósmica de alcance
infinito, como bien saben los esclarecidos miembros de este consejo.
Consideran que su poder emana de
cierta clase de espíritu superior que les guía y ordena las disposiciones y
normas que promulgan para el mayor bien de la sociedad que gobiernan.
De este modo, imbuidos de esas
atribuciones sacrosantas, legislan sobre la moral y no sobre la justicia y
establecen como prohibido que la parte
de la especie que posee las funciones de gestación y parto pueda decidir
sobre sobre cuando gestar y cuando parir.
Aducen para ello el inalienable e
indiscutible derecho a la vida, ley universal que establece que toda forma o
manifestación de vida tiene derecho a existir.
Sorprendentemente no dudan en
sacrificar para su placer y su deleite a otras formas de vida, consideradas
menores, en una especie de circo en el que son torturadas y asesinadas en medio
del delirio de los asistentes.
Abogan, como digo, el eterno y divino derecho de las células
vivas para desarrollarse y convertirse en individuos de su especie recién nacidos.
Pero nada más.
Se considera como una falta de
moralidad interrumpir la concepción, Para ello aducen argumentos emitidos y
avalados por los hechiceros y nigromantes que dicen estar en contacto con el
espíritu superior, pero que son gente que carece de las funciones fisiológicas
para concebir, gestar o parir y que, por lo tanto, hablan sin conocimiento de
causa.
Su falta de coherencia les lleva
a defender beligerantemente a quien no es, pero se olvidan por completo de
garantizar la supervivencia de los que si son.
En efecto, una vez que llega el
recién nacido, los grupos pro vida ya no consideran necesario ayudar a la madre
y al bebé, que son abandonados a su suerte. A partir de aquí es responsabilidad
de los progenitores conseguir un crecimiento saludable del nuevo ser.
En definitiva se pone mucho énfasis
en el derecho a ser, pero ninguno o muy pocos en el derecho a vivir, sobrevivir,
crecer y desarrollarse de forma adecuada para el individuo y, por extensión,
para la sociedad.
Por todo ello, distinguidos
consejeros, mi recomendación es que destaquemos a nuestros mejores agentes
siderales para que se desplacen al planeta Tierra, a la nación conocida como
España y retiren discretamente del poder a sus actuales gobernantes.
Gracias, eminentes consejeros.
Bueno Garza, como siempre muy acertada tu publicación. Así es, traemos hijos al mundo, pero luego los gobernantes no ayudan a proporcionar trabajo para poder mantener a estos hijos. Ni sus queridas leyes contribuyen a ello. Como siempre nuestra panda de "gobernantes", elegidos por el pueblo, hacen lo que quieren, pero no lo que quiere y necesita el pueblo. Y si les llamo gobernantes es por no crisparme más y llamarles una sarta de insultos que es lo que se merecen. Lo que estaría bien es que estos inútiles tuvieran un sueldo de 500€, para vivir ellos y sus hijos , aunque solo fuera tres o cuatro meses, para que vieran lo que es traer hijos al mundo, queriéndolos tener, y lo que realmente cuesta sacarlos adelante sin ninguna ayuda. GRACIAS, y hasta la próxima.
ResponderEliminarPues así es. Parece que el feto tiene más derechos que el niño. Decía un humorista gringo que si eres feto, eres la hostia, pero cuando naces, ya estás jodido. Y no le falta razón.
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