jueves, 14 de abril de 2016

COMO VAS, TE MIRAN



Una de las recomendaciones que te hacen siempre que tienes una entrevista, ya sea de trabajo, negocios, social o cita a ciegas, es que procures causar una buena impresión.

Todos los gurús de las relaciones sociales coinciden en que “nunca tendremos una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”.

No se trata, pues, “de ser” tanto como “de parecer”.

Don Jacinto Benavente, en “Los Intereses Creados”, pone en boca de su personaje CRISPÍN esta afirmación: “¡Antes me desprendiera yo de la piel que de un buen vestido! Que nada importa tanto como parecer, según va el mundo, y el vestido es lo que antes parece”.

Sin duda el Nobel de Literatura madrileño conocía el viejo aforismo popular sobre la forma de vestir que recoge el libro “Teatro Universal de Proverbios” en su entrada 918: “El hábito no hace al monje”.

El argumento que acompaña a esta expresión es pura sabiduría secular.


Andar al adivinar
es juzgar por lo exterior.
Pero más cumple mirar
para poder bien juzgar,
en el hombre, lo interior.
          Ni por ver a uno andar
en hábito de seglar
dejara de ser calonge.
Que el hábito no hace al monje,
mas la profesión reglar.




Eres lo que eres con independencia de cómo vistas. No obstante, un estudio realizado por el Departamento de Sociología de la Universidad de California en Berkeley se empeñó en comprobarlo.

Esta institución no es baladí, ya que figura entre las seis mejores del mundo académico y, entre su profesorado, alumnos e investigadores, ha ganado un total de 72 Premios Nobeles, nueve Premios Wolf, siete Medallas Fields, 18 Premios Turing, 45 Becas MacArthur, 20 Premios Oscar y 11 Premios Pulitzer.

El experimento, muy simple, consistió en formar dos grupos de alumnos voluntarios a los que se les explicó que un sujeto anónimo y desconocido por ellos se prestaba espontáneamente para comprobar la resistencia física del ser humano a la electricidad.

El sujeto era visible en todo momento para los participantes de la prueba.

El supuesto director del proyecto les pedía que giraran un potenciómetro que, aparentemente, aumentaba la carga eléctrica sobre una persona – un actor – que simulaba recibir las descargas.

Un grupo fue dirigido por alguien vestido de modo informal y desenfadado, aunque sin caer en extremismos; el otro se encontró con un individuo vestido de Blazer, pantalón impecable, zapatos brillantes y el flamante escudo de la universidad bordado en el bolsillo superior izquierdo con el emblema del centro académico bien visible: “Let there be light = Hágase la luz”.

En ambos casos se dieron las mismas razones y argumentos. En ambos casos actuaron las mismas personas. Sólo cambió la forma de vestir del “director del proyecto”.

La conclusión fue demoledora: En el primer grupo las instrucciones de aumentar la carga eléctrica fueron desobedecidas cuando el indicador mostraba que se estaba a punto de superar el límite de resistencia humana. En  el segundo, la mayoría de sus integrantes no tuvo inconveniente en llegar hasta la zona señalada como “peligro de muerte”.

Ahora que cada quien saque sus conclusiones; pero parece evidente que COMO VAS, TE MIRAN.