lunes, 30 de septiembre de 2013

ETOLOGÍA POLÍTICA



Para un tal Aristóteles el ser humano es un animal político. Esto significa dos cosas. La primera, que los humanos somos animales. La segunda, que nos amontonamos en grupos y formamos aldeas, pueblos, villas y burgos que necesitan un mínimo  ordenamiento de los asuntos de la comunidad.

Los eruditos dicen que la política es una rama de la moral que se ocupa de resolver los problemas que plantea la convivencia de una sociedad libre, compuesta por personas libres. Es un quehacer orientado al bien común. 

El resto de los animales forman bandadas, piaras, jaurías, manadas, rebaños, enjambres y cualquier otra denominación que el mamífero superior se digne otorgar. Curiosamente también tienen problemas derivados de la convivencia y también tienen un líder, jefe, guía o cabecilla que ejerce la autoridad. La diferencia es que el más capacitado suele ser el dirigente del grupo y cuando deja de estarlo, generalmente por la edad, es sustituido sin tragedias por un nuevo líder.

A veces compiten entre ellos durante horas para demostrar quien tiene más fuerza, valor y arrojo, pero el que se ve perdedor se retira prudentemente (dimite de candidato) y asunto arreglado.

Respecto al uso de la fuerza en el ser humano, algunos autores legitiman su utilización como la característica principal de la política. Siguiendo con esta idea, la política sería el ejercicio del poder que busca un fin orientado al bien común del colectivo. Por lo tanto se debe propiciar la participación ciudadana como único medio de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario para alcanzar el bien común.

Respecto al uso de la fuerza, los combates más espectaculares se dan entre los ungulados, muchas de cuyas especies poseen una poderosa cornamenta que les permite repeler los ataques de sus predadores y  vencer en los “comicios” por liderar al grupo.

Estos animales, al contrario que el hombre, lucen con orgullo sus hermosos cuernos y presumen y se pavonean de sus atributos hasta el punto de que se consideran “príncipes de la espesura”, como Bambi una vez adulto.

Entre los humanos es probable que el más cornudo sea también el líder, pero al poseer este término una consideración peyorativa no está bien visto que se le alabe por ello.

La etología es una ciencia que estudia el comportamiento de los animales como modelo de las conductas humanas, pero en el caso de los cuernos no está bien visto extrapolar. A pesar de todo, a veces se emplea alguna referencia a la invisible cornamenta con admiración y legítimo orgullo: “Cómo nos ha engañado, qué cabrón”, “qué suerte tiene el cabrón” o “Qué cabronazo, como ha sabido salir del problema”.

Claro que no hay que confundir estas frases con la expresión escueta y desnuda de “cabrón”. Dicho, así, sin más, se considera el peor atentado a la dignidad de la persona aludida, lo que es contradictorio con la etología.

Respecto a su etimología, la palabra política procede del latín politicus y esta del griego πολιτικός (léase politikós), cuyo significado es 'civil, relativo al ordenamiento de la ciudad o los asuntos del ciudadano'. Al menos esta es la idea original.

El sabio Aristóteles también decía que las ideas son todas puras, no así las personas encargadas de ponerlas en práctica.

Propongo que en las próximas elecciones los candidatos se den topetazos hasta que sólo quede uno en pie. Además de por ser el más fuerte y tener la cabeza más dura, le podremos aclamar como gran cornudo sin temor a las represalias.

Total.

domingo, 29 de septiembre de 2013

EUFEMISMOS



Álex Grijelmo  (Burgos, 1956) es un divulgador de la historia, las reglas y la sociología del lenguaje. Periodista de profesión, formó parte de la redacción de El País durante dieciséis años como redactor jefe y luego como responsable del Libro de Estilo.

Desde 2004 preside la Agencia Efe, y bajo su mandato se ha creado la Fundación del Español Urgente (Fundéu).

Ha escrito los libros El estilo del periodista, Defensa apasionada del idioma español, La seducción de las palabras, La punta de la lengua y El genio del idioma (Taurus, 2004). En enero de 1999 recibió el premio nacional de periodismo Miguel Delibes. Su último libro, La gramática “descomplicada” (2006) es un auténtico éxito de ventas.

En la asignatura de lengua española de 4º de la ESO se incluye un texto suyo correspondiente al La seducción de las palabras, que me parece simplemente, magnífico.

Habla de cómo empleamos ciertos prefijos con significado concreto para desvirtuar y vaciar de contenido la palabra que les sigue y dar una idea equivocada de lo que realmente significan. Siempre teniendo en cuenta que el significado de las palabras está en la intención con que se emplea más que en su semántica,

Así por ejemplo, expone el caso del prefijo “re”, que entra en la composición de las palabras con el significado original de repetir (rebuscar, recaer, repoblar) o de intensificar (resalar, redoblar) o de novedad (renombrar)

Nada más inocente, hasta que se emplea en la jerga política. Los profesionales de esta ocupación tan antigua como la prostitución añaden re- a cualquier verbo para alterar su significado. Así hablan de reajuste de las tarifas eléctricas, dando a entender que ya estaban ajustadas, pero ahora se ajustan más… cuando lo cierto es que lo que se quiere decir es que suben, se incrementan, aumentan. Como nunca bajan, si lo hicieran nunca dirían que se “reajustan las tarifas”.

Igualmente cuando meten la pata “reiteradamente”, nunca hablan de abandonar la línea mantenida hasta ese momento. En su lugar dicen que van a “reconducir” el problema, de “relanzar” la economía, de “reactivación”, de “refundación”, de “renovación”, de “reestructuración”. Cuando se “remodela” o “reestructura” una plantilla, en realidad significa que se despedirá a bastante gente. Cuando se “renueva” un proyecto en realidad quieren decir que se tira todo lo anterior y se empieza desde cero, duplicando el gasto previsto.

Sostiene Álex Grijelmo que incluso convierten en insulto solapado palabras que no lo son, sin que el cerebro sea consciente de ello. Por ejemplo, el prefijo “anti” entra en la formación de las palabras con el significado de “opuesto o contrario” Todo el mundo tiene derecho legítimo de oponerse a algo o de ser contrario a determinas ideas, sin que ello tenga connotaciones peyorativas.

En boca de los políticos se convierte en arma arrojadiza contra todos los que no opinen igual. Así se habla de “anticatalanes”, “antivascos” “antiespañoles” a todo aquel que realice una simple crítica del catalanismo, del nacionalismo de “Euskadi” o sobre el estado español.

Termina argumentando que “anti” contiene una potencia devastadora, porque condena con facilidad sin recurrir al insulto formal Aparentemente no resulta descalificativo, sino meramente indicativo. Y sin embargo, descalifica.

Por eso decía mi padre que él era antianti.

Cuando nos sentemos a reconsiderar lo que hacen estos vividores a lo mejor hacemos una drástica reestructuración de la clase política.

Desde hoy esta Garza se declara profundamente antipolítica.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

11 SEPTIEMBRE



Por razones diversas, algunas opuestas, otras manipuladas y otras desconocidas, el 11 de septiembre es una de las fechas más conmemoradas en el planeta, si exceptuamos las saturnales de invierno que la Iglesia convirtió en Navidades y los mercados en Christmas.

En mi primer viaje a Santiago de Chile, una vez recuperada la tradición democrática, me sorprendió gratamente que una de las principales arterias de la ciudad llevara el nombre de Avenida del 11 de Septiembre.

En mi segundo viaje, me contaron que un americano de “USA” se había sorprendido igualmente por tan formidable dedicación a lo que él creía que era un tributo al atentado de las Torres Gemelas. 

-        No, gringo – le aclararon – Es por lo de Salvador Allende y el golpe militar que lo derrocó.

Como curiosidad, en un 11 de septiembre de 1541 la recién fundada ciudad de Santiago de Chile fue atacada e incendiada por los indígenas, pero pudieron resistir y rechazar el ataque gracias al tesón demostrado por doña Inés Suarez, pareja de don Pedro de Valdivia, como cuenta Isabel Allende en su obra Inés del alma mía. Ese mismo día un terremoto destruyó totalmente la ciudad de Guatemala.

Ya en España, en 1714, durante la Guerra de Sucesión declarada para optar al vacante trono español, las tropas imperiales fueron derrotadas por las borbónicas en Barcelona.

De nuevo un 11 de septiembre, pero en 1973, El general Augusto Pinochet sublevó al ejército chileno contra el poder constitucional y asaltó el Palacio de la Moneda, sede del gobierno. Durante el asalto resultó muerto el presidente Allende.

En otros años, el 11-S ha sido protagonista por diversas causas, como en 2001, cuando en los Estados Unidos se sucedieron los atentados a las Torres Gemelas (en Nueva York), al Pentágono (en Washington) y a un avión (en Shanksville, Pensilvania)

Hoy se celebra una nueva diada en la capital de la Diputación General de Cataluña del antiguo reino de Aragón. Como en ediciones anteriores se ensalza la figura del mártir Casanova, defensor de la ciudad condal.

Lo que se oculta es que estos hechos ocurrieron como consecuencia de la Guerra de Sucesión Española, que fue un conflicto internacional que duró desde 1701 hasta la firma del tratado de Utrecht en 1713, y que tuvo como causa fundamental la muerte sin descendencia de Carlos II de España, último representante de la Casa de Habsburgo, y cuya principal consecuencia fue la instauración de la Casa de Borbón en el trono español.

En el interior de España la Guerra de Sucesión evolucionó hasta convertirse en una guerra civil entre borbónicos, cuyo principal apoyo lo encontraron en la Corona de Castilla, y austracistas, mayoritarios en la Corona de Aragón, cuyos últimos rescoldos no se extinguieron hasta 1714 con la capitulación de Barcelona y 1715 con la capitulación de Mallorca ante las fuerzas del nuevo rey Felipe V de España.

Para la Monarquía Hispánica las principales consecuencias de la guerra fueron la pérdida de sus posesiones europeas y la desaparición de la Corona de Aragón, lo que puso fin al modelo «confederal» de monarquía, o «monarquía compuesta», de los Habsburgo españoles.

De manera que lo que defendía Casanova y sus valientes partidarios no era la independencia y la libertad catalana, sino al archiduque Carlos de Habsburgo, a quien se quería colocar en el trono de toda España, incluida la DGC..


Insisto en que se tiene derecho a opinar y a desear la independencia, pero no se tiene más derecho que el que opine y desee lo contrario. Y desde luego, no se puede manipular la historia tan alegremente.

Madrid, a 11 de septiembre de 2013.

sábado, 7 de septiembre de 2013

EL REINO DE LAS 17 REPÚBLICAS



El inefable don Manuel Fraga acuñó y explotó la frase “España es diferente”, muy citada también  en su versión inglesa: «Spain is different».

El mismo don Manuel promovió esta campaña, sobre todo destinada al turismo exterior, que pretendía destacar la diversidad de paisajes y el exotismo español.

Como es sabido, este lema fue utilizado en el interior de forma muy distinta, parodiando precisamente las contradicciones que se daban dentro de un mismo país, destacando el fatalismo y el  desaliento que tal diversidad producía en el españolito medio., como un indicador de la anormalidad y excepcionalidad de la situación política de España frente a las democracias occidentales.

Para mi propia vergüenza tengo que reconocer que don Manuel tenía razón. España es, ha sido y será, diferente.

Ahora bien, diferente es sinónimo de diverso o distinto, según el diccionario de la RAE. Entonces España es distinta… ¿pero de qué?

Primero, de sí misma. No conozco ningún país en el que esté peor considerado manifestar un sentimiento de afinidad con la nación. Lusos, albaneses, suomis, helenos, francos, teutones, sajones, helvéticos, nórdicos, bretones, etc. se sienten orgullosos de sus respectivas naciones y muestran sin prejuicios los símbolos del país con el que se identifican. En Iberia se hace a sabiendas de que se te etiquetará de facha como mínimo, como si los únicos españoles fueran los fachas.

Segundo, de todos los países de su entorno, tanto en Europa como en el denominado “bloque occidental”.  Hay otros estados cuya forma de gobierno son monarquías constitucionales. Hay otros que son repúblicas desde hace siglos y otros desde el siglo pasado, pero ningún otro país en un reino con diecisiete repúblicas mancomunadas, que no unidas ni federadas.

Aunque la Carta Magna lo denomine Comunidad Autónoma, lo cierto es que son entes con un gobierno presidencialista, con parlamentos propios, con gabinetes de gobierno compuestos por “consejeros· “consellers” y otros eufemismos parecidos, pero que actúan como ministros. Dictan leyes, a veces en contradicción con las estatales hasta tal punto que muchas de ellas se llevan al Tribunal Constitucional para que decida sobre su viabilidad jurídica. Tienen policía, competencias sobre enseñanza y sanidad y otros ámbitos propios de un estado, por lo que es lógico que acaben concluyendo que lo son.

Cada uno de los presidentes de las diecisiete repúblicas, diecinueve si contamos Ceuta y Melilla, cobra un sueldo superior en ocasiones al del presidente del gobierno central. Sus consejeros, diputados, asesores y aparatos de gobierno tienen también sus sueldos, varias veces superiores al salario medio del país. Mantenemos, además, una casa real, que funciona a veces como Jefatura del Estado, y que también vive de los impuestos directos e indirectos que paga la población de a pie.

Claro que se dirá que no son repúblicas, sino Comunidades Autónomas, que es la forma jurídica con la que se define su funcionamiento. No obstante las instituciones no son lo que se llaman, sino lo que son y lo que hacen. En este sinsentido hemos pasado de la península de los cinco reinos, Portugal, Castilla, Navarra, Aragón y Granada a la situación actual. Y todavía hay quien a esto lo llama progreso.

Y mientras nos hinchamos de orgullo patrio a nivel de gobierno porque en agosto hemos perdido 99.069 cotizantes a la seguridad social, y tres millones en los últimos tres años… aunque el paro ¡ha bajado en 31 personas!. Un palooooooooo!!!!!!

Y encima no nos dan los juegos por eso, por diferentes. ¿Para cuándo la república federal ibérica? Con las diecisiete actuales más Portugal ya seríamos la caraba. 

¡Tiembla occidente!