Álex Grijelmo (Burgos, 1956) es un divulgador de la
historia, las reglas y la sociología del lenguaje. Periodista de profesión,
formó parte de la redacción de El País durante dieciséis años como redactor
jefe y luego como responsable del Libro de Estilo.
Desde 2004 preside la Agencia
Efe, y bajo su mandato se ha creado la Fundación del Español Urgente (Fundéu).
Ha escrito los libros El estilo del periodista, Defensa
apasionada del idioma español, La seducción de las palabras, La punta de la
lengua y El genio del idioma (Taurus, 2004). En enero de 1999 recibió
el premio nacional de periodismo Miguel
Delibes. Su último libro, La gramática “descomplicada” (2006) es
un auténtico éxito de ventas.
En la asignatura de lengua
española de 4º de la ESO se incluye un texto suyo correspondiente al La
seducción de las palabras, que me parece simplemente, magnífico.
Habla de cómo empleamos
ciertos prefijos con significado concreto para desvirtuar y vaciar de contenido
la palabra que les sigue y dar una idea equivocada de lo que realmente
significan. Siempre teniendo en cuenta que el significado de las palabras está
en la intención con que se emplea más que en su semántica,
Así por ejemplo, expone el
caso del prefijo “re”, que entra en
la composición de las palabras con el significado original de repetir
(rebuscar, recaer, repoblar) o de intensificar (resalar, redoblar) o de
novedad (renombrar)
Nada más inocente, hasta que
se emplea en la jerga política. Los profesionales de esta ocupación tan antigua
como la prostitución añaden re- a
cualquier verbo para alterar su significado. Así hablan de reajuste de las tarifas eléctricas, dando a entender que ya estaban
ajustadas, pero ahora se ajustan más… cuando lo cierto es que lo que se quiere
decir es que suben, se incrementan, aumentan. Como nunca bajan, si lo hicieran nunca
dirían que se “reajustan las tarifas”.
Igualmente cuando meten la
pata “reiteradamente”, nunca hablan
de abandonar la línea mantenida hasta ese momento. En su lugar dicen que van a “reconducir” el problema, de “relanzar” la economía, de “reactivación”, de “refundación”, de “renovación”,
de “reestructuración”. Cuando se “remodela” o “reestructura” una plantilla, en realidad significa que se despedirá
a bastante gente. Cuando se “renueva”
un proyecto en realidad quieren decir que se tira todo lo anterior y se empieza
desde cero, duplicando el gasto previsto.
Sostiene Álex Grijelmo que
incluso convierten en insulto solapado palabras que no lo son, sin que el
cerebro sea consciente de ello. Por ejemplo, el prefijo “anti” entra en la formación de las palabras con el significado de “opuesto
o contrario” Todo el mundo tiene derecho legítimo de oponerse a algo o de ser
contrario a determinas ideas, sin que ello tenga connotaciones peyorativas.
En boca de los políticos se
convierte en arma arrojadiza contra todos los que no opinen igual. Así se habla
de “anticatalanes”, “antivascos” “antiespañoles” a todo aquel que realice una simple crítica del
catalanismo, del nacionalismo de “Euskadi”
o sobre el estado español.
Termina argumentando que “anti” contiene una potencia
devastadora, porque condena con facilidad sin recurrir al insulto formal
Aparentemente no resulta descalificativo, sino meramente indicativo. Y sin
embargo, descalifica.
Por eso decía mi padre que
él era antianti.
Cuando nos sentemos a reconsiderar lo que hacen estos
vividores a lo mejor hacemos una drástica reestructuración
de la clase política.
Desde hoy esta Garza se
declara profundamente antipolítica.
Yo también soy ANTIPOLÍTICA Y ANTISISTEMA (según me dicen, por que voy a las manifestaciones).
ResponderEliminarFabiola
Tendrás que reorganizar tu circulo de amistades y reajustar a los antifabiola
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