domingo, 27 de marzo de 2016

HACIENDA SOMOS CASI TODOS



Durante el circo del caso… (Perdón). Durante el juicio del caso Noos quedó demostrado más allá de cualquier duda razonable que Hacienda no somos todos.

A los que no nos queda otra que “contribuir” por deducción directa nos pareció una especie de burla que la propia Hacienda, a través de sus representantes legales, nos hiciera caer del burro y reconocer que “no todos” contribuimos a engrosar las arcas del Estado.

Esas arcas con las que se paga a una familia real; a un gobierno central, a diecisiete repúblicas autónomas y a dos ciudades-estado. Todos con sus presidentes, ministros, consejeros, asesores, directores generales y demás parafernalia oficial.

No es extraño que surjan voces reclamando que de los dineros públicos no se destine ni un céntimo para subvencionar a las confesiones religiosas, alegando la declarada situación aconfesional del Estado. 
Además, añaden, no todos los contribuyentes son creyentes, militantes, seguidores o simpatizantes. Así pues, quien quiera templos que los pague.

Siendo coherentes cabría hacer notar que no todos los contribuyentes votan a los partidos. Es más, sólo una minoría son militantes, seguidores, o simpatizantes. La abstención es un índice cada vez más creciente.



También es cierto que los afiliados a las diferentes centrales sindicales son cada vez menos y sus antaño tumultuosas demostraciones de fuerza hace tiempo que son sólo un recurso de hemeroteca.

De modo que me atrevo a solicitar a los poderes públicos que suspendan con carácter urgente las subvenciones, ayudas, aportaciones, sufragios y financiación que se hace, con dinero público, a las organizaciones políticas, sindicales, patronales y confesionales.



Con el dinero ahorrado se pueden incrementar las partidas de Sanidad, Educación, Energía e Infraestructuras que es lo que queremos los contribuyentes.

Quien quiera hechiceros, que los pague. O un preclaro líder. O un animador de circo.

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