Ignorante de mí, ignoro si
el Sr. Rajoy Brey juega al ajedrez. De
lo que no me cabe duda es que debe ser un excelente jugador de póker. Ese juego que se inventó en el Mississippi y
que siempre gana Bond, Yeims Bond.
Para ser buen jugador de póker
se precisa un rostro indescifrable, que nadie sepa lo que piensas y por
supuesto, aparentar una cosa y hacer otra. En esto seguro que barre con todo.
Para jugar al ajedrez hay
que saber que la partida se pierde cuando el rey no puede mover a ningún cuadro
libre, generalmente por la amenaza de un jaque.
El Jaque al Rey lo puede dar un simple peón, que sin ningún espíritu
peyorativo, es la pieza más numerosa y la que se sacrifica más alegremente para
que las piezas más valiosas puedan obtener ventajas posicionales (Caramba, qué
coincidencia).
Cuando el Rey es objeto de
jaque, es obligatorio mover una pieza para bloquear la amenaza, o mover al rey
a posiciones más defendidas. Lo que no se puede hacer es dejar pasar el tiempo,
porque la partida se pierde igualmente.
Al Sr. Rajoy Brey le acaban de dar un jaque como una casa y no
precisamente un simple peón, pieza que sólo avanza de frente, cuadro a cuadro y
que limita su alcance a los dos cuadros
diagonales a su izquierda y a su derecha y de la que resulta relativamente
sencillo defenderse. No. Al Sr. Rajoy
Brey le ha dado jaque uno de sus caballos, esas piezas que se mueven en
todas direcciones, pueden saltar sobre cualquier barrera y sus movimientos son
muy difíciles de predecir.
Y el Sr. Rajoy Brey, gran jugador de póker,
quiere aplicar al noble deporte estratégico del ajedrez los mismos principios a
los que nos tiene acostumbrados: Calla, mira para otro lado y trata de ganar
tiempo.
Es cierto que en un estado
de derecho (sea lo que sea eso) la presunción de inocencia indica que el que
acusa debe demostrar la certeza de sus acusaciones, y no al revés, pero no es
menos cierto que la mujer del César, además de honrada debe parecerlo.
Es cierto que el papel con
el que se pone en jaque al Sr. Rajoy Brey y a otras figuras “populares” no es
la contabilidad oficial del PP. Ni siquiera es la contabilidad oficiosa, ya que
recoge movimientos de muchos años distintos y sabido es que la contabilidad se
cierra anualmente, bien por años naturales, bien por años fiscales, pero
anualmente. Pero la mujer del César, además de honrada debe parecerlo.
No es menos cierto que en la
relación de supuestos pagos, entradas y salidas, más propia de la hoja de un
tendero que de la de un licenciado en ciencias empresariales por el ICADE, no
hay documentación que avale los supuestos movimientos. Todo contable sabe que
no basta con el asiento, es necesario siempre el soporte documental del mismo,
sean facturas, recibos, vales de caja o cualquier otro documento
suficientemente probatorio. Pero la mujer del César, además de honrada debe
parecerlo.
Tampoco basta con exhibir
las declaraciones de hacienda, ya que no existe casilla alguna en los
complicados impresos en las que se puedan reflejar los pagos bajo cuerda.
Faltaría más.
Cuando a uno le dan
semejante hachazo, lo normal, lo que el instinto de supervivencia aconseja, es
defenderse. Por ejemplo, ya se echa de menos una querella criminal por
calumnias, difamación, “enmierdamiento” sistemático y por socavar la poca
credibilidad y honorabilidad que les pueda quedar a todas y cada una de las
personas que se mencionan en la lista de Barci.
Y por eso, porque la mujer del
César, además de honrada debe parecerlo, haga algo para defenderse de este jaque al Brey...¿o no?
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