lunes, 1 de julio de 2013

EDUCACION Y BUENA EDUCACIÓN



Contaba Miguel Gila a un amigo que, en cierta ocasión, estaba subido en un baobab admirando la fauna africana. Al descender observó con sorpresa que estaba totalmente rodeado por leones.

      -        ¿Cómo saliste de allí? –preguntó el amigo.
      -        Con educación –repuso GilaPor favor ¿Me permite? Gracias. Por favor  ¿Me        permite? Gracias.

Por favor”, “¿Me permite?”, “Gracias”. Son tres expresiones tabú en la sociedad española moderna. Claro que una cosa es tener educación, como sinónimo de formación, instrucción, adiestramiento o capacitación (educación académica) y otra muy distinta es tener educación social como la urbanidad, la conciencia moral, buenas maneras o buenas costumbres. Se puede tener mucho de la primera y poco o nada de la segunda.

Hay muchas personas con titulación superior que son incapaces de dar las gracias o devolver los buenos días de forma educada. Cuando estas personas son preguntadas por su escasa o nula reacción alegan timidez, en buen número de casos, derecho a sus propias decisiones en algunos otros o un simple no me había dado cuenta. A veces una combinación de las tres aderezada con sus propias razones personales: No puedo estar pendiente de todo, no hago daño a nadie, etc., etc.

Pero si alguien aduce que “no tienen educación” la reacción suele ser siempre la misma “Más que cualquiera”. El problema es que, al contrario de la educación “académica”, la educación “social” tiene que demostrarse constantemente ya que cualquier oportunidad fallada para demostrar urbanidad supone automáticamente “una falta de educación

Al norte del país, nuestros vecinos están todo el día con el “please, may I?, thank you,” y el “s'il vous plaît, puis-je?, merci,” Aunque, en honor a la verdad, a muchos de ellos se les olvida nada más cruzar los Pirineos, lo que podría dar que pensar que igual lo da la tierra patria…

De todas formas, la buena educación no es incompatible con ninguna otra característica o faceta de la personalidad humana. Se puede ser muy sincero, pero sin buena educación se entra en la grosería. Se permite la timidez, pero sin un mínimo de la denominada buena educación, se cae en lo antisocial. Se puede ser un espíritu muy libre y con grandes dosis de “a mí nadie me dice lo que tengo que hacer”, pero sin un ápice de educación el resultado es la soberbia.

Amando de Miguel, reconocido sociólogo (al menos uno, qué bien) dice que “La base de la urbanidad, de la buena educación, es moral: no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti”. Respeto esencial, vamos. Para Mark Twain el culto al propio yo es el origen de la mala educación: “La buena educación consiste en ocultar el mucho bien que pensamos de nosotros y el poco bien que pensamos de los demás” Una visión “educada” del egoísmo.

En la práctica un inglés nunca llamaría a otra persona “tonto el haba”. Lo más que diría es “No podría afirmar que estoy en total desacuerdo con los que te consideran un inútil y un sin sentido”. Fuera de broma, es de admirar la frase ”estoy en total desacuerdo con lo que usted afirma, pero respeto escrupulosamente su derecho a expresarlo” Eso es educación de la buena.

Decía Paco Rivero que una cosa es el civismo y otra la civilización. Hay gente muy civilizada que no tiene nada de civismo. Eso sí, tienen cultura libresca – afirmaba.

Claro que no hay que confundir esducación con hipocresía. El presidente abolicionista de la esclavitud negra en Estados Unidos, Abraham Lincoln, paseaba por los jardines de la Casa Blanca y siempre contestaba cortésmente a los saludos de sus jardineros de raza negra. Un miembro de su gabinete le llamó la atención al respecto: "Señor presidente ¿Cómo es que devuelve el saludo a los jardineros?" "¿Debo demostrar yo menos educación que un negro?" - repuso el presidente. 

Señor, señor....

No hay comentarios:

Publicar un comentario