miércoles, 18 de diciembre de 2013

LO QUE NO SE COMPARTE NO EXISTE



Cierto día un viejo y sabio chamán sintió que su tránsito hacia las praderas de las que procedía su pueblo estaba cerca.

Con el fin de no dejar a su gente desprotegida en su ausencia, determinó elegir a su sucesor, al que instruiría en los secretos finales del chamanismo. Al día siguiente reunió a sus fieles colaboradores y les hizo partícipes de sus temores.

     -        Hermanos míos – les dijo – pronto me convertiré en un espíritu invisible y sólo uno de vosotros será capaz de comunicarse conmigo.
     -        Gran Chamán. Todos somos merecedores de ese privilegio. Nos has enseñado todo lo que sabes por igual y nunca has mostrado preferencias ni menosprecio por ninguno de nosotros. Elige a uno y todos le respetaremos.
     -        Como todos sabéis, el mundo visible está impregnado por las fuerzas y acciones de los espíritus invisibles, que afectan de manera constante a todas las manifestaciones de la vida. Hoy vamos a permitir que una de esas fuerzas elija en vuestro propio nombre y para vuestra propia seguridad, al más capacitado de entre vosotros.

Dicho esto repartió a cada uno una bolsa de cuero en cuyo interior había piedras de diferentes colores, con el ruego de que no abrieran la bolsa hasta que no se lo indicara.

      -        En todas las bolsas que estoy repartiendo hay el mismo número de piedras de colores, pero sólo en una son de diferente color. Quiero que alguno de vosotros me diga cuántos colores distintos hay y cuál es el que está presente en el menor número de piedras. ¿Alguna pregunta?
      -        ¿Cómo lo podremos averiguar?
     -    Eso os lo dejo a vuestro propio criterio. Decididlo entre vosotros. Pero luego necesito saber el método que habéis acordado. Quién me dé una respuesta incorrecta deberá abandonar nuestra comunidad. ¿Alguna otra pregunta?
      -        No, Gran Chamán.
      -        En ese caso, podéis empezar. Que el Gran Espíritu os guíe.

Los aspirantes comenzaron sus investigaciones, cada uno con la secreta esperanza de ser el primero en averiguar el enigma. En primer lugar abrieron a escondidas sus bolsas para comprobar tanto el número de piedras como los colores que mostraban. Alguno contó tres piedras del mismo color, otro cinco de colores diferentes y cada uno estaba convencido de que su bolsa contenía la respuesta que le convertiría en el nuevo Gran Chamán.

No obstante, ninguno quería asumir el riesgo de dar una contestación equivocada, por lo que poco tiempo después se pusieron a debatir entre ellos. 

El anciano Chamán observaba las deliberaciones con aire distraído, estudiando las reacciones y las actitudes de los aspirantes.

Un tiempo después, uno de los aspirantes alzó la mano pidiendo permiso para hablar.

      -        ¿Tienes la respuesta?
      -        Sí, Gran Chamán. La tengo.
      -        Muy bien. Sabes que si fallas tendrás que dejar nuestra comunidad ¿verdad?
      -        Sí, Gran Chamán. Hay cinco colores diferentes y sólo una piedra es de color negro.
    -    La respuesta es correcta. No tendrás que abandonar la comunidad. Ahora dime ¿Cómo lo has sabido?
      -       He preguntado a cada uno de mis hermanos por el número y color de sus piedras y he comprobado que sólo uno de ellos poseía una de color negro.

El sabio cerró los ojos un momento, reflexionando antes de dirigirse de nuevo a sus hermanos.

      -      Aquél de vosotros que tenía la piedra negra, tenía otras cuatro de distinto color. Por lo tanto, uno de ellos tendría que ser el menos representado. ¿Estás de acuerdo?
      -        Sí, Gran Chamán.
      -        Muy bien. ¿Quién tenía la piedra negra?
      -        Yo, Gran Chamán – dijo un hermano levantándose a su vez.
      -       Tú eres el elegido. La suerte puso en tus manos la bolsa diferente, pero tú has compartido con tus hermanos tu secreto, aun sabiendo que la respuesta estaba en tu poder. Has sabido compartir, y compartirás mis últimas enseñanzas. Y cuando te toque partir, las compartirás con tu sucesor.
     -     Gran Chamán – dijo el que había acertado el enigma – Yo soy el que ha encontrado la respuesta correcta.
      -     Es cierto, pero sólo porque tu hermano ha compartido su información contigo. El conocimiento que no se comparte, no existe, y desaparece irremisiblemente sin que nadie lo aproveche.




3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Pues anda que no se llevó "secretos conocimientos" a la tumba el general Armada

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  2. Pues anda que no se llevó "secretos conocimientos" a la tumba el general Armada

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