Una de las historietas más
logradas del genial Quino mostraba a
Mafalda consultando en un
diccionario la palabra DEMOCRACIA
(del griego demos, pueblo y kratos, autoridad) Gobierno en el que el
pueblo ejerce la soberanía.
Las escenas siguientes muestran a
la protagonista desternillada de la risa con la mano a poyada sobre el sesudo
libro, en la mesa a la hora de cenar e incapaz de contener la risa una vez
acostada, ante las miradas desconcertadas de sus padres y hermano.
No es para menos. La democracia
griega permitió a Pericles ser
elegido Strategos Autokrátor cuando inició su carrera política dentro del partido
democrático de Efialtes. En 461 a.C.
asumió su dirección e hizo aprobar por la Asamblea de Atenas una serie de reformas que acentuaban el carácter democrático
del estado ateniense, a pesar de la oposición de la oligarquía.
Fue elegido sucesivamente para el
cargo de máxima autoridad ateniense hasta su muerte, siendo uno de los pocos
políticos de los que sus propios adversarios hablaban con admiración.
En su discurso fúnebre, tal como
lo recogió Tucídides afirma que: “Nuestra política no copia las leyes de los
países vecinos, sino que somos la imagen que otros imitan. Se llama democracia, porque no solo unos pocos sino unos muchos pueden
gobernar. Si observamos las leyes,
aportan justicia por igual a todos en sus disputas privadas; por el nivel
social, el avance en la vida pública depende de la reputación y la capacidad,
no estando permitido que las consideraciones de clase interfieran con el
mérito. Tampoco la pobreza interfiere, puesto que si un hombre puede servir al
estado, no se le rechaza por la oscuridad de su condición.
Nada que ver con lo que hoy es
una simple DEDOCRACIA, que es en lo
que se ha convertido la denominada DEMOCRACIA
REPRESENTATIVA o INDIRECTA, en
la que el pueblo se limita a elegir representantes para que estos deliberen y tomen
las decisiones que consideren oportunas.
En la DEDOCRACIA actual se orquestan hábiles campañas electorales, básicamente
un abanico amplio de promesas capaz de acallar la conciencia social de la mayoría
y se movilizan las bases y los medios disponibles para difundir al máximo lo
que el votante medio quiere oír: No subiremos impuestos, acabaremos con el
paro, lucharemos contra la corrupción, potenciaremos la justicia, etc., etc.
Una vez conseguido el voto, este
permanece cautivo durante todo el mandato y se emplea para hacer justo lo
contrario de lo prometido. Y en lugar de colocar a los mejores para atajar los
problemas de la sociedad se coloca a los amigos, costumbre que también viene de
siglos. La DEDOCRACIA.
Según El Mundo, hasta el pasado
mes de septiembre, el Gobierno de Mariano Rajoy había destinado más de 28
millones de euros a pagar las nóminas de los asesores que contratan los
ministerios. Esta cifra supone un incremento del gasto del 8% mientras que las
partidas destinadas a los funcionarios y al personal laboral descienden un 4%.
También baja el dinero que se emplea para incentivos y dietas. El aumento del
gasto no se debe al alza de sueldos sino a que hay más personal de confianza. Esto es DEDOCRACIA
en estado puro.
De manera que ya no existe la democracia directa, aquella que hizo de
Atenas un Imperio, en la que los
delegados eran elegidos por el pueblo soberano en asamblea y, en todo caso, eran
portavoces del pueblo, con mandatos y límites muy concretos. Se dirá que con la
globalización y masificación actual este sistema no es viable y por eso se
recurre a la DEMOCRACIA INDIRECTA o REPRESENTATIVA, pero… ¿Para ello hay de
mentir, retorcer la verdad, justificar lo que no admite la menor excusa?
Hoy se ha publicado una encuesta
según la cual los propios votantes (79,4%) del partido en el gobierno reclaman un
nuevo equipo ministerial que releve a los Montonto,
hay que Wert!, ahora Mato, yo Guindo, que me Báñez, Gallardones y calaveras. La cifra sube
al 85,7% de la población total, lo que supone un clamor popular contra la
impopular gestión del mal llamado Partido Popular.
Y mientras tanto, Grecia bajo
mínimos. ¡Pericles, vuelve!
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