lunes, 29 de octubre de 2012

VII. ¡NO DOY CRÉDITO!


La Ardea Alba Alba, o garza blanca, habita en el continente europeo. Construye sus nidos entrelazando palitos y diversa vegetación cerca de todo tipo de humedales, y se alimenta de peces, anfibios y crustáceos, que captura en aguas poco profundas. Como todos los seres vivos tiene que cubrir sus necesidades básicas para cumplir el mandato para el que fue creada: sobrevivir.

El ser humano tiene una compleja estructura social, en la que muchos de ellos habitan en ciudades de millones de seres, sin dirigirse apenas la vista unos a otros y mucho menos la palabra. Estas ciudades albergan sus nidos u hogares construidos por una minoría de individuos, que los ceden a los demás a cambio de sustanciosas sumas de dinero. A pesar de que sus códigos de conducta, a los que llaman leyes,  determinan que todo ser humano tiene derecho a una vivienda digna, lo cierto es que cada vez hay más personas viviendo literalmente en las calles porque carecen de los recursos necesarios para acceder a una vivienda. A estas personas sus semejantes les han dado el romántico nombre de “sin techo”.

Las garzas, para sobrevivir, sólo tienen que ser garzas; los humanos, dotados de un intelecto superior, se exigen una formación acorde con el papel que van a desempeñar y algunos pocos son propietarios y otros son “la propiedad”. Su capacidad de organización hace que unos sean banqueros, políticos, industriales, comerciantes, trabajadores cualificados o sin especializar, ingenieros, médicos, caldereros, sastres, soldados, espías (con permiso de John Le Carré), sacerdotes,  desempleados, etc.

Está comprobado que para la mayoría de estas ocupaciones se necesita una preparación especifica excepto para la de desempleado o político. Ser banquero no debería ser demasiado complicado de no ser por los innumerables vericuetos económicos y financieros con los que la banca atrapa a sus confiados clientes. Preferenciales, hipotecas, créditos al consumo, opciones de futuro, “chicharros”, emergentes y un galimatías de atractivos nombres que sugieren importantes beneficios con poco o nulo esfuerzo, aprovechando una faceta muy común al género humano como es la ambición.

Un banco, por lo general, emplea el dinero de sus clientes, que se lo dan a guardar “por seguridad”,  para prestar un dinero que no es suyo a cambio de la devolución de la cantidad prestada más un interés desorbitado en un plazo predefinido de común acuerdo.

Además, por guardar este dinero que no les pertenece cobran una comisión. Con el beneficio que obtienen por estas legítimas transacciones compran más dinero a los bancos centrales de cada nación a bajo interés y lo prestan a quien consideran que les pueda pagar a un interés mucho mayor.

Por otra parte, como las viviendas disponibles son muy caras, hay una enorme cantidad de personas que se ven obligadas a solicitar préstamos hipotecarios por un importe varias veces superior a sus ingresos anuales, con un plazo de devolución de unos 30 años por término medio. Además de probar la solvencia, es necesario depositar la casa objeto del préstamo como garantía del mismo para poderlo obtener.

La paradoja es que te dejan un dinero que no les pertenece a cambio de ceder la titularidad de la casa, mediante consignación de la carga hipotecaria en el registro de la propiedad. De esta forma se aseguran un bien inmueble tasado en un valor algo superior al importe prestado. Si por cualquier contingencia improbable, como perder el puesto de trabajo,  no es posible devolver el dinero, o si se por cualquier otra causa imprevista se dejan de abonar un número de cuotas, el banco ejerce su legítimo derecho al desahucio. Legítimo quiere decir que es legal. No confundir con justo ni moral.

Hubo un tiempo no muy lejano en el que los bancos concedían hipotecas con relativa facilidad. Había muchas casas en oferta y las familias con más de un sueldo mensual eran un estupendo mercado para los productos hipotecarios. Pero de repente, la cifra de parados empezó a elevarse de forma sistemática, como la cápsula de Félix Baumgartner, y la gente empezó a desatender sus obligadas cuotas al no poder disponer de ingresos con las que hacerles frente.

Desde mi limitada mentalidad de garza, no alcanzo a entender que los seres humanos pongan en la calle a los de su propia especie, en lugar de buscar otras soluciones. Tampoco es comprensible que, al quedarse con la casa, la deuda no quede compensada al menos con el valor de tasación del inmueble, que muchas veces es muy superior al valor de la deuda pendiente.

Otra paradoja: cuando un bankio tiene dificultades económicas por haber gestionado mal sus recursos, es el erario público formado por toooooda la ciudadanía quien acude en su ayuda. Cuando un ciudadano tiene dificultades económicas porque le han dejado sin recursos, el primer carroñero que se ceba en su infortunio suele ser un banco.

A lo mejor amplío el nido para guardar las carpas de mis compañeras a cambio del 10% de lo que me dejen. Puedo prestar las carpas que no he pescado a otras garzas a cambio del 110% a la semana. Dentro de poco seré la garza más rica del Manzanares.

La verdad es que todo lo que rodea a la banca es difícil de entender… ¡No doy crédito!


5 comentarios:

  1. Si, somos tremendos hasta que nos lleve una ola y la Tierra recupere su estado original,... somos unos bichos raros, raros, los humanos no me refería atí.

    por cierto ayer pasaron unas grullas camino de Extremadura.

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  2. Sí. me han dado saludos para la buena gente que aun queda sobre la faz del planeta

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  3. No es para echar campanas a volar, pero recién oi en el noticiero que unas deshaciados acampados frente a bankia han conseguido un alquiler social (alrededor de 250) por sus antiguas propiedades. Esperemos que la cosa siga, pucha digo!

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  4. A ver si se acaban las muertes por desaucios en este país. Atentamente Anonimo.

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    1. Aparentemente los dos partidos que se alternan en el gobierno de la nación se lo están mirando con cierta urgencia. Crucemos los dedos...

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