Yo no lo he conocido,
pero los que han leído la Eneida de Virgilio,
dicen que Laocoonte era un sacerdote del culto de Apolo en la antigua
ciudad de Troya que estaba casado y tenía dos hijos varones.
Tras la muerte del
terrible Aquiles a causa de sus problemas con el talón (no, no era un cheque
sin fondos) los griegos asediadores levantaron el cerco de la ciudad dejando un
monumental regalo, un enorme caballo de madera, a las puertas de la muralla,
como ofrenda a la divinidad Apolo.
El bueno de Laocoonte, a
quien, a pesar de ser sacerdote, ni el matrimonio ni la paternidad habían
restado un ápice de lucidez, intentó prevenir a los troyanos sobre las
terribles consecuencias que tendría para la ciudad, si el regalo fuese una
trampa. Embriagados por la celebración del fin de la guerra, sus conciudadanos
no le creyeron y le invitaron a celebrar con ellos el fastuoso regalo. Entonces
pronunció la conocida frase de “Timeo dánaos et dona ferentes” Desconfío de los griegos cuando hacen regalos”.
Esta frase, repetida mil veces por Lerroux, Voltaire,
D’Alambert, Dumas, John Kennedy, incluso en Ásterix Legionario, no disuadió a
los troyanos, por lo que el buen sacerdote intentó quemar la estructura
arrojando antorchas a las patas del caballo.
Los troyanos enfurecidos
agredieron a sus hijos para obligarle a desistir y el buen padre, al intentar
proteger a sus vástagos fue también atacado muriendo todos a manos de sus
vecinos.
Cortesía de pHoto con H.
Virgilio, que era un
poeta, lo cuenta de un modo más épico: Al oponerse Laocoonte a ofrecer el
presente a Apolo, dos inmensas serpientes, Caribea y Porce, surgen de las aguas
y devoran a sus hijos. El padre, al intentar protegerlos, es engullido también.
Fin de la historia.
Lo que siguió es bien
sabido. En efecto el caballo era una trampa del astuto Odiseo (Ulises) y de
madrugada, los griegos salieron del interior de su panza para abrir las puertas
de la ciudad al ejército de Agamenón. La moraleja es muy clara: Nunca te fíes del enemigo, amigo mío, aunque
te haga regalos.
El nuevo Agamenón, un
tal Sheldon, Adelson nos ha regalado un macro casino envenenado. Jugando al despiste
primero con Barcelona y Madrid y con Alcorcón, Paracuellos y Valdecarros
después, este astuto croupier nos obsequia con la posibilidad de crear nada
menos que 200.000 puestos de trabajo estables más un número indeterminado e
indeterminable de empleos temporales.
Su Caballo de Troya, al contrario del original, es
transparente y, aun así, no se quiere ver. La inversión mayoritaria NO será
suya, pero sí los beneficios que se obtengan. Leyes, conciertos, declaraciones
urbanísticas, normas y otros marcos de entendimiento vigentes tendrán que ser
“plegados” a sus exigencias (modificados, dicen sus defensores) No importa, el
regalo de los poderosos no se puede despreciar.
Para nuestra, basta un
botón. El Heraldo de Aragón publica:
“El ejecutivo británico Andrew Tottenham, actual
cerebro del proyecto de Eurovegas en Madrid, fue el representante de la
empresa norteamericana Trans World Gaming (TWG), que sacó en su día
pingües beneficios al bajar el casino Montesblancos desde Alfajarín hasta el
centro de Zaragoza.
Tottenham se convirtió en el presidente del casino Montesblancos en abril de 1998 tras pagar 722.000 euros por el 90% de las acciones de la empresa a Alfonso Fuentes Barrau. Firmó un protocolo con el Gobierno de Aragón en el que cerró la quita de seis millones de euros (1.000 millones de pesetas entonces) de las deudas de tasas de juego acumuladas. Pero la inversión en Zaragoza no fue la entrada de la multinacional en Europa, tal como anunciaron, porque en los tres años en los que el ejecutivo británico fue gestor en el negocio de Alfajarín, la empresa TWG no pagó ni un euro a la DGA en concepto de impuestos y acumuló deudas tributarias por valor de seis millones de euros. Aun así, los norteamericanos consiguieron que el Ejecutivo aragonés les prorrogase la licencia por cinco años”. Genial.
Tottenham se convirtió en el presidente del casino Montesblancos en abril de 1998 tras pagar 722.000 euros por el 90% de las acciones de la empresa a Alfonso Fuentes Barrau. Firmó un protocolo con el Gobierno de Aragón en el que cerró la quita de seis millones de euros (1.000 millones de pesetas entonces) de las deudas de tasas de juego acumuladas. Pero la inversión en Zaragoza no fue la entrada de la multinacional en Europa, tal como anunciaron, porque en los tres años en los que el ejecutivo británico fue gestor en el negocio de Alfajarín, la empresa TWG no pagó ni un euro a la DGA en concepto de impuestos y acumuló deudas tributarias por valor de seis millones de euros. Aun así, los norteamericanos consiguieron que el Ejecutivo aragonés les prorrogase la licencia por cinco años”. Genial.
Por el camino han
quedado ya los mega proyectos de Los Monegros, el parque temático de Don
Quijote o el Paramount Park & Lifestyle Center de Murcia. No importa, ya se
sabe que los pueblos que olvidan su historia se condenan a repetirla.
¿Laocoonte, donde estás?
Timeo EuroVegas et dona ferentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario