Del presunto juicio al Dr. Fuentes y otros integrantes de la famosa “Operación Puerto” me
quedo con el descarnado testimonio de Manzano:
O te dopabas o te echaban. Tal como
ha descrito el proceso lo verdaderamente sorprendente es que ninguna de las autoridades
que velan por la limpieza de la competición ciclista fuera consciente de lo que
ocurría.
Claro que rendir al máximo en cualquier disciplina
deportiva exige tener cualidades… y potenciarlas. Con el entrenamiento, con los
estudios de rendimiento, con puesta a punto física, con la nutrición adecuada y
una rigurosa planificación para corregir y mejorar la técnica de cada atleta o
deportista para ser cada vez mejor en su especialidad. Lo otro, la vía rápida,
proporciona resultados inmediatos con menos esfuerzo y, por desgracia, ha sido
una de las opciones más utilizadas de todos los tiempos.
Alguno atletas que participaban entre los siglo IV a VIII
A. C. en las Olimpiadas de la antigua Grecia
utilizaban dietas especiales y pociones estimulantes para fortificarse. Como Ásterix en los Juegos Olímpicos.
A finales del siglo XIX algunos ciclistas utilizaban a
menudo estricnina, cafeína y alcohol.
En 1928, la Federación Internacional de Atletismo fue el primer organismo que
prohibió el uso de sustancias dopantes. La mayoría de las federaciones deportivas
internacionales introdujeron los controles de dopaje en la década de 1970. Sin
embargo, estos controles eran poco efectivos porque no detectaban la presencia
de esteroides anabolizantes que estaban regularmente utilizados por bastantes
atletas desde los años 60.
La sustancia más utilizada en el dopaje es sin duda la eritropoyetina, más conocida como EPO. También se han utilizado otras
sustancias como el propranolol, la pemolina, las anfetaminas, los esteroides
o la testosterona.
J.
C. Ruiz Franco ha escrito una serie de interesantes
artículos sobre este controvertido y vigente tema.
“Drogas
en el deporte: Nandrolona, testosterona, estimulantes, EPO, hormona del
crecimiento... En los Juegos Olímpicos de Seúl, año 1988, Ben Johnson vencía en la carrera de 100 metros lisos, por delante
del mítico Carl Lewis. Un par de
días después el control antidopaje revelaba que Big Ben había consumido estanozolol, un anabolizante que aumenta la
masa muscular, la fuerza y la potencia.
En
el Tour de Francia 1998, todo el
equipo Festina, asistentes
incluidos, fue acusado de consumo, posesión y administración de fármacos
prohibidos, y expulsado de la competición.
A
comienzos del año 2004, Heidi Krieger,
ex-atleta de la antigua República
Democrática de Alemania en los ochenta, revelaba, en una entrevista
concedida al New York Times, que había cambiado de sexo -con intervención
quirúrgica y nuevo nombre incluidos- debido a los andrógenos que le habían
obligado a tomar durante sus años de actividad deportiva en la RDA.
Buena
parte de la información que nos ofrecen periódicos, radio, Internet y televisión
se dedica al deporte y el fútbol, deporte rey, omnipresente en nuestra
sociedad, se lleva la mayor parte. Le siguen el baloncesto, el tenis, el
ciclismo, el automovilismo y otros en los que eventualmente destaque algún
representante de nuestro país. En medio de tanta noticia deportiva, de vez en
cuando dedican unas líneas o un par de minutos a tratar algún caso de dopaje,
un atleta que ha dado positivo en un control o detenciones por posesión y
tráfico de sustancias prohibidas. Se desea así mostrar a la sociedad que la
mayoría de los practicantes juega limpio y que los tramposos son pillados y
sancionados en cuanto se atreven a violar las normas.
Sin
embargo, la realidad es bien distinta. Quienes conocen este mundillo saben que
en cualquier deporte profesional con un mínimo de requerimientos físicos y
dinero en juego, casi todos los profesionales toman sustancias para mejorar el
rendimiento. Y no sólo en actividades que requieran resistencia, sino también
en aquéllas donde sea importante la velocidad, la fuerza, la potencia (sprints,
gimnasia, halterofilia, lanzamiento...), e incluso en las de precisión y
habilidad, como las diversas modalidades de tiro, donde la administración de
betabloqueantes facilita que no tiemble el pulso. Lo que nos presentan los
medios es una visión parcial, y los pocos casos de dopaje que nos dan a conocer
no son más que la punta del iceberg porque, en realidad, el consumo de drogas
es una práctica habitual en todo el deporte profesional y en gran parte del
amateur”
Eso dice el Dr.
Fuentes: que no sólo tenía ciclistas entre sus pacientes, impacientes por destacar más que los rivales, y
sabedores de que los otros también se ayudan
con lo que pueden.
Creo que Incluso a Don Miguel este espectáculo le parecería mas que satirico y picaresco una tomadura de pelo. Cuando Esperanza era pequeña una de las cosas que la inculcamos es que haciendo deporte no era bueno fumar, beber, etc... ¿Que le dirá ella a sus hijos en un futuro?
ResponderEliminarEso tan bonito de: Lo importante es participar.... pero lo único que cuenta es ganar
EliminarResumiendo que se pongan lo que quieran y el más altius, fortius, etc.. sera al que mejor le siente el combinado. Y concedan ademas del oro,plata y bronce un premio al mejor "doctor-nutricionista-preparador o camello". Quien no pueda que reviente (camina o revienta).
ResponderEliminarCitius, altius, fortius... y nandrolonus, eritropoyetinus y anabolizantibus. Faltaría más.
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