jueves, 14 de febrero de 2013

MANZANO



Del presunto juicio al Dr. Fuentes y otros integrantes de la famosa “Operación Puerto” me quedo con el descarnado testimonio de Manzano: O te dopabas o te echaban. Tal como ha descrito el proceso lo verdaderamente sorprendente es que ninguna de las autoridades que velan por la limpieza de la competición ciclista fuera consciente de lo que ocurría.

Claro que rendir al máximo en cualquier disciplina deportiva exige tener cualidades… y potenciarlas. Con el entrenamiento, con los estudios de rendimiento, con puesta a punto física, con la nutrición adecuada y una rigurosa planificación para corregir y mejorar la técnica de cada atleta o deportista para ser cada vez mejor en su especialidad. Lo otro, la vía rápida, proporciona resultados inmediatos con menos esfuerzo y, por desgracia, ha sido una de las opciones más utilizadas de todos los tiempos.

Alguno atletas que participaban entre los siglo IV a VIII A. C. en las Olimpiadas de la antigua Grecia utilizaban dietas especiales y pociones estimulantes para fortificarse. Como Ásterix en los Juegos Olímpicos.

A finales del siglo XIX algunos ciclistas utilizaban a menudo estricnina, cafeína y alcohol. En 1928, la Federación Internacional de Atletismo fue el primer organismo que prohibió el uso de sustancias dopantes. La mayoría de las federaciones deportivas internacionales introdujeron los controles de dopaje en la década de 1970. Sin embargo, estos controles eran poco efectivos porque no detectaban la presencia de esteroides anabolizantes que estaban regularmente utilizados por bastantes atletas desde los años 60.

La sustancia más utilizada en el dopaje es sin duda la eritropoyetina, más conocida como EPO. También se han utilizado otras sustancias como el propranolol, la pemolina, las anfetaminas, los esteroides o la testosterona.

J. C. Ruiz Franco ha escrito una serie de interesantes artículos sobre este controvertido y vigente tema.

“Drogas en el deporte: Nandrolona, testosterona, estimulantes, EPO, hormona del crecimiento... En los Juegos Olímpicos de Seúl, año 1988, Ben Johnson vencía en la carrera de 100 metros lisos, por delante del mítico Carl Lewis. Un par de días después el control antidopaje revelaba que Big Ben había consumido estanozolol, un anabolizante que aumenta la masa muscular, la fuerza y la potencia.

En el Tour de Francia 1998, todo el equipo Festina, asistentes incluidos, fue acusado de consumo, posesión y administración de fármacos prohibidos, y expulsado de la competición.

A comienzos del año 2004, Heidi Krieger, ex-atleta de la antigua República Democrática de Alemania en los ochenta, revelaba, en una entrevista concedida al New York Times, que había cambiado de sexo -con intervención quirúrgica y nuevo nombre incluidos- debido a los andrógenos que le habían obligado a tomar durante sus años de actividad deportiva en la RDA.

Buena parte de la información que nos ofrecen periódicos, radio, Internet y televisión se dedica al deporte y el fútbol, deporte rey, omnipresente en nuestra sociedad, se lleva la mayor parte. Le siguen el baloncesto, el tenis, el ciclismo, el automovilismo y otros en los que eventualmente destaque algún representante de nuestro país. En medio de tanta noticia deportiva, de vez en cuando dedican unas líneas o un par de minutos a tratar algún caso de dopaje, un atleta que ha dado positivo en un control o detenciones por posesión y tráfico de sustancias prohibidas. Se desea así mostrar a la sociedad que la mayoría de los practicantes juega limpio y que los tramposos son pillados y sancionados en cuanto se atreven a violar las normas.

Sin embargo, la realidad es bien distinta. Quienes conocen este mundillo saben que en cualquier deporte profesional con un mínimo de requerimientos físicos y dinero en juego, casi todos los profesionales toman sustancias para mejorar el rendimiento. Y no sólo en actividades que requieran resistencia, sino también en aquéllas donde sea importante la velocidad, la fuerza, la potencia (sprints, gimnasia, halterofilia, lanzamiento...), e incluso en las de precisión y habilidad, como las diversas modalidades de tiro, donde la administración de betabloqueantes facilita que no tiemble el pulso. Lo que nos presentan los medios es una visión parcial, y los pocos casos de dopaje que nos dan a conocer no son más que la punta del iceberg porque, en realidad, el consumo de drogas es una práctica habitual en todo el deporte profesional y en gran parte del amateur”

Eso dice el Dr. Fuentes: que no sólo tenía ciclistas entre sus pacientes, impacientes por destacar más que los rivales, y sabedores de que los otros también se ayudan con lo que pueden.

4 comentarios:

  1. Creo que Incluso a Don Miguel este espectáculo le parecería mas que satirico y picaresco una tomadura de pelo. Cuando Esperanza era pequeña una de las cosas que la inculcamos es que haciendo deporte no era bueno fumar, beber, etc... ¿Que le dirá ella a sus hijos en un futuro?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso tan bonito de: Lo importante es participar.... pero lo único que cuenta es ganar

      Eliminar
  2. Resumiendo que se pongan lo que quieran y el más altius, fortius, etc.. sera al que mejor le siente el combinado. Y concedan ademas del oro,plata y bronce un premio al mejor "doctor-nutricionista-preparador o camello". Quien no pueda que reviente (camina o revienta).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Citius, altius, fortius... y nandrolonus, eritropoyetinus y anabolizantibus. Faltaría más.

      Eliminar