Asistimos con estupor mal
contenido a la confesión pública de una persona que asegura que no está en la
política para enriquecerse, ya que en su anterior ocupación como Registrador de
la Propiedad ganaba más dinero.
Si los motivos que
condicionan a una persona para abandonar un puesto cómodo, exento de conflictos
y bien remunerado no es la mejora económica, cabe pensar que tienen que ser
otros.
En este punto, esta garza no
acierta a entrever las razones por las que un ser humano se hace profesional de
la política hasta el punto de vivir por y para ella.
Analizando la mente humana,
quizá queden algunas necesidades por satisfacer cuando todas las básicas, las
de estabilidad y seguridad y las de identificación grupal y social (mi entorno)
están cubiertas. A partir de este punto hay quien necesita desarrollar su
autoestima y destacar hasta llegar a la cúspide de sus posibilidades, lo que se
conoce como autorrealización. (Gracias, Maslow).
De modo que si no es por
dinero, sólo puede ser por afán de protagonismo, por destacar, por ansias de
poder o por vocación (gracias Vroom y McClelland)
Por
vocación no es. Vocación es lo que impulsó a Vicente Ferrer a
dejar todo y dedicarse a servir a los demás, a personas que no le conocían y
que, obviamente, no esperaban nada de él. O Teresa de Calcuta o tantas personas
anónimas que dejan una vida más confortable para embarcarse por un tiempo en la
ayuda de gentes más necesitadas. Por sus obras los conoceréis, decía el Maestro
y está claro que vocación no es.
¿Por afán de protagonismo? Podría ser, si descartamos la opción
económica, dado que la relevancia de un registrador en la sociedad española es
miles de veces menor que la de un árbitro de futbol.
¿Por destacar? Prueba superada. Ha destacado notablemente como la
persona que ha incumplido más promesas en menor tiempo y que ha hecho lo
contrario de lo dicho. Llegados a este punto, como aquí ya no es posible
destacar más mejor es dejarlo con el objetivo cumplido. Porque de superarse a
sí mismo en esta faceta las consecuencias pueden ser más devastadoras que un tsunami
en Venecia.
Seamos serios. Un
registrador de la propiedad no tiene ninguna probabilidad de vivir en el Palacio de la Moncloa. Y, por otra
parte, es muy difícil admitir que se deja un empleo más remunerado por otro
sólo para servir a la comunidad (a los españoles y a España). Los ejemplos de abusos
de confianza a todos los niveles son notorios. APA’s en las que se
utiliza indebidamente el dinero de las cuotas, comunidades de vecinos con
malversación de fondos, ayuntamientos con pringues bajo cuerda, sociedades
civiles, clubes deportivos, asociaciones, sindicatos, empresas y diputaciones
en las que falta dinero o se ha utilizado sin control o caprichosamente, etc.
Las Comunidades Autónomas No
Federadas son lo mismo, el mismo espejo de una sociedad en la que quien puede,
a poco que pueda, trinca.
De manera que no aparece otro móvil, presuntamente, que el poder económico o el poder a secas. Como dicen los ácratas, el poder siempre corrompe. Y el poder absoluto siempre corrompe absolutamente.
No nos hagan favores. Vuélvanse los políticos profesionales a sus
respectivas ocupaciones previas (ah, ¿que la mayoría no tienen?) y dejen que la
cosa pública la resuelva la iniciativa privada, como tanto les gusta hacer en
la sanidad. Y todos felices.
Vicente Ferrer, es una
lástima que la vocación no se pueda transferir.
Que estupendo mes de febrero llevas Garcita. Tienes la cabeza mejor amueblada que todos los políticos y economistas españoles del momento, y eso que no tienes asesores...
ResponderEliminarNo es culpa mía. Lo ponen demasiado fácil. Además, si tuviera asesores me dirían siempre lo que yo quisiera oir o dejaba de pagarles, jajajaa
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