viernes, 8 de febrero de 2013

VOCACION.



Asistimos con estupor mal contenido a la confesión pública de una persona que asegura que no está en la política para enriquecerse, ya que en su anterior ocupación como Registrador de la Propiedad ganaba más dinero.

Si los motivos que condicionan a una persona para abandonar un puesto cómodo, exento de conflictos y bien remunerado no es la mejora económica, cabe pensar que tienen que ser otros.

En este punto, esta garza no acierta a entrever las razones por las que un ser humano se hace profesional de la política hasta el punto de vivir por y para ella.

Analizando la mente humana, quizá queden algunas necesidades por satisfacer cuando todas las básicas, las de estabilidad y seguridad y las de identificación grupal y social (mi entorno) están cubiertas. A partir de este punto hay quien necesita desarrollar su autoestima y destacar hasta llegar a la cúspide de sus posibilidades, lo que se conoce como autorrealización. (Gracias, Maslow).

De modo que si no es por dinero, sólo puede ser por afán de protagonismo, por destacar, por ansias de poder o por vocación (gracias Vroom y McClelland)

Por vocación no es. Vocación es lo que impulsó a Vicente Ferrer a dejar todo y dedicarse a servir a los demás, a personas que no le conocían y que, obviamente, no esperaban nada de él. O Teresa de Calcuta o tantas personas anónimas que dejan una vida más confortable para embarcarse por un tiempo en la ayuda de gentes más necesitadas. Por sus obras los conoceréis, decía el Maestro y está claro que vocación no es.

¿Por afán de protagonismo? Podría ser, si descartamos la opción económica, dado que la relevancia de un registrador en la sociedad española es miles de veces menor que la de un árbitro de futbol.

¿Por destacar? Prueba superada. Ha destacado notablemente como la persona que ha incumplido más promesas en menor tiempo y que ha hecho lo contrario de lo dicho. Llegados a este punto, como aquí ya no es posible destacar más mejor es dejarlo con el objetivo cumplido. Porque de superarse a sí mismo en esta faceta las consecuencias pueden ser más devastadoras que un tsunami en Venecia.

Seamos serios. Un registrador de la propiedad no tiene ninguna probabilidad de vivir en el Palacio de la Moncloa. Y, por otra parte, es muy difícil admitir que se deja un empleo más remunerado por otro sólo para servir a la comunidad (a los españoles y a España). Los ejemplos de abusos de confianza a todos los niveles son notorios. APA’s en las que se utiliza indebidamente el dinero de las cuotas, comunidades de vecinos con malversación de fondos, ayuntamientos con pringues bajo cuerda, sociedades civiles, clubes deportivos, asociaciones, sindicatos, empresas y diputaciones en las que falta dinero o se ha utilizado sin control o caprichosamente, etc.

Las Comunidades Autónomas No Federadas son lo mismo, el mismo espejo de una sociedad en la que quien puede, a poco que pueda, trinca.

De manera que no aparece otro móvil, presuntamente, que el poder económico o el poder a secas. Como dicen los ácratas, el poder siempre corrompe. Y el poder absoluto siempre corrompe absolutamente.

No nos hagan favores.  Vuélvanse los políticos profesionales a sus respectivas ocupaciones previas (ah, ¿que la mayoría no tienen?) y dejen que la cosa pública la resuelva la iniciativa privada, como tanto les gusta hacer en la sanidad. Y todos felices.

Vicente Ferrer, es una lástima que la vocación no se pueda transferir.

2 comentarios:

  1. Que estupendo mes de febrero llevas Garcita. Tienes la cabeza mejor amueblada que todos los políticos y economistas españoles del momento, y eso que no tienes asesores...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No es culpa mía. Lo ponen demasiado fácil. Además, si tuviera asesores me dirían siempre lo que yo quisiera oir o dejaba de pagarles, jajajaa

      Eliminar