El mamífero superior es el
único ser vivo que es capaz de arrogarse la propiedad de la tierra y de cuantos
recursos se contienen en ella.
Explota el agua, los
minerales, los bosques, los animales, todas las fuentes potenciales de riqueza y,
lo más curioso de todo, a su propia especie.
Desde que se escribe la
historia, la humanidad se divide en dos grupos: Los empleadores y los empleados.
Antes se denominaban amos y esclavos, pero gracias a la evolución racional se
han cambiado estos apelativos tan denostados.
No obstante, los empleadores
han conseguido seguir vinculando a sus empleados con las denominadas
"leyes laborales", ese gran logro de la inteligencia humana que consiste
en escribir sus propias normas para poder imponerlas cuando lo consideran
necesario.
De esta forma, gracias al
tecnicismo de los contratos de trabajo, los empleadores toman a prueba por
tiempo limitado a los empleados, los confirman o rechazan y el sistema se
mantiene casi igual desde hace miles de años.
En la antigua Roma se
promulgaron sesudas leyes que regulaban la situación de los esclavos respecto
de sus amos, de tal manera que se detallaba claramente cualquier eventualidad
en su relación, incluso la concesión de la libertad: La Manumisión.
En efecto, un esclavo podía ganar su libertad de diferentes modos. Algunos
eran liberados en los testamentos de sus amos, otros eran liberados en vida y
otros podían comprar su libertad a sus dueños. A estos esclavos se les llamaba “Liberatus”
o Libertos. Hoy, sencillamente, son desempleados.
En cualquier caso, tanto los
libertos como los desempleados, siempre han necesitado sobrevivir de algún
modo, dado que la actividad que desarrollaban es, por lo general, su único modo
de subsistencia.
En el caso de los libertos,
era frecuente que se volvieran a poner al servicio de otros amos, o se
enrolasen en el ejército o acabasen como gladiadores. Algunos, muy pocos,
fueron utilizados por el emperador Claudio como funcionarios del estado y los
menos, si eran poseedores de tierras, podían sobrevivir con su propio trabajo,
siendo sus propios jefes (autónomos).
Hoy la situación del liberto
no ha cambiado demasiado. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado
(Ejército, policías más o menos nacionales y autonómicas y Guardia Civil) y la administración
del estado recogen anualmente muchas más solicitudes de las que pueden absorber.
Los emprendedores del autoempleo siguen en aumento a pesar de la carrera de
obstáculos en que se ha convertido ser autónomo hoy en día. Y el resto se las
ingenia para sobrevivir como puede, incluso cometiendo alguna “irregularidad”,
como se encarga de recordar la “Vice” cada vez que tose.
Si en lugar de tanta
concentración de riqueza se diera por repartir un ridículo 10% de lo que
atesoran los empleadores, es más que probable que hubiera empleo para muchísima
gente, pero claro, como decía Gala (don Antonio), si en lugar de conseguir
trabajo para todos, el gobierno se dedica a “salvar a la banca”, es que estamos
en manos de una caterva de gilipollas. Sobre todo cuando esa banca obtiene
miles de millones de euros de beneficio sin sonrojo, ni devolver ni un céntimo
de lo invertido para sanearla.
Eso es progreso.
Un tema bien planteado y desmenuzado, común hoy -tristemente- a todos los países del mundo.
ResponderEliminarEn efecto. Incluso hay países en el siglo XXI en los que persiste la esclavitud. En otros, las condiciones laborales son tan ifrahumanas que la esclavitud resultaría un mal menor. Eso sí, todo sea por la competitividad.... y lo siguen llamando progreso.
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