miércoles, 31 de octubre de 2012

IX. LA REENCARNACIÓN


Ignoro si existe la rencarnación, pero en los últimos tiempos hemos podido ver a Moisés rencarnado en Judá Ben-Huir, en Rodrigo Díaz de Vivar, en Miguel Ángel Buonarroti, en el héroe del Planeta de los Simios, en el mayor Dundee, en Marco Antonio, en Príncipe y Mendigo y hasta en el presidente de la Asociación Nacional del Rifle,  Charlton Heston.


De todas sus vidas, la más fascinante de todas, en mi aérea opinión, fue la de Miguel Ángel. 

Dado que en todos sus papeles ha mantenido el rictus duro de su expresión facial, le cuadraba perfectamente con el artista de toscano.






Nada que ver con el legado impagable que dejó el contadino de Caprese  a la humanidad. Ahí las cosas son muy diferentes,


Además de la escultura de las esculturas, el Gigante de la Academia de Florencia, Miguel Ángel nos dejó su Moisés, al que una vez terminado le ordeno: ¡Habla!. Tal era su perfección. Como todo artista era orgulloso y le dolió tanto oír que su Piedad era atribuida a otro artista rival, que firmó su trabajo por una única vez: MICHAEL. ANGELVS. BONAROTVS. FLORENT[INVS].FACIEBAT





Para la Cúpula de San Pedro del Vaticano se inspiró en la del Duomo de Florencia, obra de Brunelleschi, a quién rindió merecido homenaje aseverando que “la haré más grande, pero no más bella”

Hoy, 31 de octubre de 2012. Se cumplen 500 años de su obra más elaborada: La bóveda de la Capilla Sixtina.

Esta capilla, construida bajo el papado de Sixto IV, se  encuentra a la derecha de la Basílica de San Pedro y originalmente servía como capilla de la fortaleza vaticana. Es famosa por su arquitectura, evocadora del Templo de Salomón del Antiguo Testamento, y su decoración al fresco, obra de los más grandes pintores renacentistas, como Rafael y Botichelli. La decoración de la Bóveda fue encargada por el Papa Julio II, cuya recreación, a manos de Rex Harrison en El Tormento y el Éxtasis, es notable.

Especial mención a las escenas del Juicio Final y de la Creación, cuando el dedo del creador dota de vida y capacidades mentales al cuerpo de Adán.



Hoy, desde que Miguel Ángel diera por terminado el encargo de Julio II, el planeta ha completado 500 ciclos al sol, pero sin regresar nunca al punto de partida, por lo que sólo podemos mirar atrás en el espacio-tiempo para imaginar cómo debió sentirse al ver su obra sin andamios, sin cortinas… sin turistas.



En estos momentos deseo fervientemente que el autor del David se pueda reencarnar tantas veces como desee.







3 comentarios:

  1. ojalá nada sea cm ellos se imaginaron, k aburrido

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  2. Supongoo que no hablamos de religión, sino más bien del genio creador del autor. En este segundo escenario, me quito el sombrero, por lo que es y no por lo que representa.

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  3. Lo mismo digo, ademas pienso que es de esas obras que hay que verla aunque sea una vez en la vida. He leido que van a restringir las visitas, asi que hay que aprovechar antes de que sea demasiado tarde.
    Lo peor las colas interminables, pero merece la pena aguantar.

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