El autor de Ode an die Freude a quien el genial
sordo puso música en la que fue su novena sinfonía, estaba poseído de cierto
fatalismo respecto de las capacidades de sus semejantes para superar
dificultades aparentemente sencillas de solucionar.
En su Die Jungfrau
von Orléans , Juana de Arco, desbordada por la estulticia que la rodea
exclama: Contra la estupidez, los propios
dioses luchan en vano.
Una de las afirmaciones más conocidas de Albert Einstein
dice así: La estupidez humana y el
universo son infinitos, y no estoy muy seguro de lo segundo.
Francisco de Quevedo, pertinaz y rebelde iconoclasta, que
se atrevió a llamar coja en su propia cara a la reina Mariana de Austria, dijo: Todos los que parecen estúpidos, lo son y,
además, también lo son la mitad de los que no lo parecen.
Jules Renard fue
más allá: Estupidez humana. Humana sobra,
realmente los únicos estúpidos somos los humanos. Estupidez humana, valga
la redundancia.
Imagino la noticia: Una persona de la Patagonia, católica
practicante, pide perdón por la condena y posterior ejecución de Giordano Bruno. “Fue un error –ha
declarado- que las jerarquías eclesiásticas lo condenasen a morir en la hoguera
por defender el heliocentrismo”
Los asombrados lectores se preguntarán por qué no ha sido
el propio Roberto Belarmino, o en su defecto, sus sucesores en el cargo o
sus superiores jerárquicos los encargados de pedir perdón.
En efecto, fue el propio Papa (Juan pablo II) el que solicitó perdón en 1992 por el caso Galileo, y fue el propio Papa de nuevo, en 2000, el que pidió perdón por el
caso Giordano Bruno. Esto no anula la
terrible injusticia, pero, al menos, se reconoce que se cometió un error.
Recientemente un grupo de militantes del anterior partido
gobernante ha editado un video en el que piden perdón por los errores de acción
o desidia (también se peca por omisión) que sus dirigentes pudieron cometer en
la anterior legislatura.
Es como si el socio número 67.456 del F. C.
Barcelona pidiera perdón a toda España por los problemas de gestión de
los presidentes Nuñez o Gaspart. Lo adecuado es que el acto de
atrición (nunca sería de perfecta contrición) lo realicen los propios gestores
o, en su defecto, sus sucesores en el cargo.
Pido perdón públicamente por todas las palomas que
estropean edificios y monumentos públicos y que alguna que otra vez han abonado
las sesudas cabezas humanas.
MIT
DER DUMMHEIT KÄMPFEN GÖTTER SELBST VERGEBENS
Contra
la estupidez, los propios dioses luchan en vano.
Yo también pido perdón por las palomas que hacen sus necesidades en el aire, y éstas caen en los trajes.....de faena...
ResponderEliminarSí, qué faena!
EliminarPo zi.
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