lunes, 19 de noviembre de 2012

XXI. NO ME DES LAS GRACIAS


En Plymouth cuentan que en 1620, en uno de los viajes del Mayflower, arribó a las costas de Nueva Inglaterra un contingente de hambrientos y empobrecidos emigrantes ingleses. Los nativos de Massachusetts recibieron amistosamente a los famélicos recién llegados y compartieron con los peregrinos sus conocimientos sobre las cosechas de la nueva tierra y les enseñaron a cazar y a curar la carne de las piezas cobradas. De esta forma consiguieron sobrevivir al durísimo invierno local.

La celebración de las cosechas era una tradición muy europea, que según  los escritores y profesores Robyn Gioia y Michael Gannon de la Universidad de Florida, fue llevada a cabo por primera vez por los españoles el 8 de septiembre de 1565, en lo que hoy es Saint Augustine, Florida.  La joven colonia de Plymouth también organizó su propia celebración, aunque sin olvidar cómo y por qué habían conseguido obtener su primera y abundante cosecha.



Por este motivo, y en agradecimiento por su ayuda y protección, los nuevos colonos invitaron a sus benefactores a compartir sus manjares y celebración. Había nacido el Día de Acción de Gracias que, en la actualidad, se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre. La imagen muestra el cuadro “El primer día de acción de gracias” pintado por Jean Leon Gerome Ferris.




La celebración del clásico Thanksgiving Day  ha tenido diversas fechas a lo largo de su historia. El primer presidente de los EE.UU, George Washington declaró el primer día de acción de gracias el 19 de febrero de 1795. Más tarde, Abraham Lincoln escogió el 3 de octubre de 1863 como día de reflexión y agradecimiento. Finalmente, el presidente Theodore Roosevelt cambió en 1941 el día de acción de gracias al cuarto jueves el mes de noviembre, que, de momento,  sigue siendo el día en que se celebra esta festividad.

En la práctica, el espíritu de agradecimiento inicial se diluyó con la llegada de nuevas remesas de emigrantes que iniciaron un proceso de expansión que entró en conflicto con los poseedores legítimos de las tierras. En una sola incursión de la conocida como "La Guerra del Rey Philipe" de 1675 a 1676 alrededor de "60.000 indios fueron exterminados. Con gozo Cotton Mather, Reverendo Pastor de la Segunda Iglesia de Boston, mas tarde se refirió a la matanza como una fiesta de 'carne asada'." 

En resumen: Antes de la llegada de los ingleses, los indios Abenaki del oeste de New Hampshire y Vermont llegaban a 12.000 individuos En menos de medio siglo sólo  sobrevivieron 250 (un porcentaje de destrucción del 98%). Los Pocumtuck eran mas de 18,000, 50 años mas tarde solamente quedaban 920  (95% destruidos). Los Quiripi-Unquachog contaban con alrededor de 30,000, 50 años mas tarde los números caían a 1.500 (95%) destruidos. Los Massachusetts eran por lo menos 40.000, 50 años mas tarde apenas 6.000 continuaban vivos ( 81% destruidos). A pesar de todo, el exterminio no había hecho más que empezar. Y, desde luego, no fue tan épico ni romántico como narra Fenimore Cooper en El último de los Mohicanos.

El resto ya lo conocemos. Los pocos supervivientes están confinados en reservas en las que llevan una vida de atracción turística, vendiendo cerámica y artesanía a los atónitos visitantes.

Cuando algún coleccionista de filigranas agradece un gesto, con un inevitable Thank you, los educados indios responden con cortesía You welcome

Pero en su fuero interno deben pensar por favor, no me des las gracias.

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