En Las Metamorfosis, de Ovidio, se cuenta que la diosa Afrodita (Venus
para Roma) tenía una aventurilla con Ares (Marte), a pesar de ser la esposa del
metalúrgico Hefestos (Vulcano). En el cuadro de Velázquez, La fragua de Vulcano, se representa el momento en el que Apolo Helios
(Apolo) pone en conocimiento del confiado herrero las infidelidades de su
enamoradiza esposa.
Una vez calmada su
furia, el astuto Vulcano tejió una red de metal sutil, invisible y resistente
con la que envolvió a los amantes para exponerlos al escarnio del resto de las
divinidades. Todos censuraron el comportamiento deshonroso de la pareja,
excepto Hermes (Mercurio) quien, a fuer de sincero, confesó que no le
importaría pasar la vergüenza de estar atrapado abrazando a la hermosa
Afrodita.
Como premio a su
apreciación, la diosa del amor tuvo un romance con el dios de la mensajería y
el comercio, del que nación un hijo al que llamaron Hermafrodito, contracción del nombre de sus divinos padres.
Hermafrodito creció hermoso y una vez cumplidos los 16 años fue a bañarse en las aguas
de la fuente de la náyade Sálmacis, quien se enamoró inmediatamente del bello
joven, que, a pesar de su juventud, la rechazó con firmeza. Dado que eran sus aguas, Sálmacis se abrazó
a su amado y suplicó a los dioses que nunca los separasen. Cuando el joven
salió del agua ambos cuerpos se habían fusionado, por lo que ahora mostraba
tanto el sexo masculino como el femenino. A partir de ese momento se le conoció
como Hermafrodita.
En la raza humana es
posible encontrar individuos con apariencia hermafrodita, con ambos sexos
presentes, si bien sólo tienen gónadas de género masculino o femenino. En ese
sentido, hay otros seres vivos, como caracoles y mejillones con hermafroditismo real ya que pueden
fecundarse a sí mismos sin intervención de otros individuos de su especie.
Al margen de la
apariencia externa y de la orientación sexual de cada ser humano sólo existen
dos géneros, masculino o femenino, por
lo que en toda relación, acción,
conexión, afecto, contacto o proyección de un ser hacia otro interviene el género, bien el mismo,
bien el complementario, tanto para el amor como para el odio, con un fondo
cariñoso o agresivo, con calma o con violencia.
Ahora se llama violencia de género a las agresiones y,
a menudo, crímenes que algunos humanos
masculinos cometen a otros humanos
femeninos. Lo que son, sencillamente, asesinatos de un ser humano a manos
de otro ser humano pasan a las estadísticas como “violencia de género” Claro
que no hace mucho tiempo estaban considerados como atenuantes los que se
denominaban “crímenes pasionales”, en el caso del asesinato de la pareja
sentimental (generalmente de un hombre a una mujer).En ocasiones es tal el horror que siente el criminal que opta por quitarse la vida. Una posible solución sería que se suicidaran primero antes de sufrir la crisis de violencia de género.
Pero hay otras manifestaciones de género, no necesariamente violentas aunque si peyorativas. Esta misma sociedad que
se empeña en ignorar que los genéricos se refieren por igual a ambos géneros (de ahí lo de “genérico”) hablan de ciudadanos y
ciudadanas, vascos y vascas, madrileños y madrileñas… y luego dicen leones (sin
leonas) el ataque de los lobos (sin lobas) dueños de perros (sin dueñas de
perras), etc., etc.
Para más incoherencia,
cuando quieren definir a una persona astuta, ladina y dotada de una
inteligencia natural, dicen que es “un
zorro” Lamentablemente una zorra
no tiene la misma equivalencia. Ser “un
perro” es muy diferente de ser “una
perra”, al valiente y arrojado le llaman “pecho lobo”, pero una loba significa
otra cosa mucho más desagradable.
La incongruencia de los
humanos (y humanas, no vaya a ser que me censuren los “progres”) se pone de
manifiesto en las expresiones de índole sexual. El actual presidente del
Estado, cuando estaba en la oposición, no dudó en tildar de “coñazo” el desfile de las fuerzas
armadas, y un presidente de las cortes argumentó aquello de “manda cojones” para significar que algo
superaba sus enfoques personales sobre el tema que se debatía. Del mismo modo,
una película o evento de cualquier tipo que no responda a las expectativas es “una braga”, “un coñazo insufrible” o más matizado, “una braga sucia”. Las malas personas, cuyos comportamientos se
consideran censurables, son tildadas de “hijos
de puta”, aunque sus madres poco o nada tengan que ver con sus deplorables acciones.
He oído decir a personas
que hablan de trabajadores y trabajadoras, miembros y miembras, médicos y
medicas, jueces y juezas que determinado suceso va a tener lugar ·”por cojones”
Menos mal que sólo hay
dos géneros… ni se me ocurre imaginar cómo sería el lío con cinco o seis
diferentes.
¿Qué se puede esperar de una sociedad que dice que lo negativo es un coñazo y que lo positivo es cojonudo?
¿Qué se puede esperar de una sociedad que dice que lo negativo es un coñazo y que lo positivo es cojonudo?
Afrodita, ayúdalos.
Me encantaría ver a esos progres hablando de dentistas y dentistos, policías y policíos o periodistas y periodistos
ResponderEliminarAsí es. Lo mismo pasa con artistas, tramoyistas, separatistas, independentistas y demás cuentistas. Al parecer sólo entienden por discriminatorio lo que NO acabe en "as"
EliminarHay profesionales de la comunicación que para evitar este tipo de controversias se refieren a la ciudadanía, la asistencia, la plantilla o el colectivo...
Eliminar