Cuando los europeos empezaron la
colonización del continente del otro lado del océano, llevaron con ellos sus
creencias, tradiciones y leyendas. Temas con más de mil años
de antigüedad de origen celta, latino, griego, sajón o escandinavo,
reconvertidos muchos de ellos al cristianismo y asimilados por la Iglesia como
festividades religiosas.
En el crisol del nuevo continente muchas de estas tradiciones se
han vuelto a cocinar, con el resultado de un nuevo plato con diferente sabor,
pero basado en los mismos ingredientes.
De este modo, el San Nicolás (Sinterklaas) que visita a
los niños en Holanda para llevarles regalos se convierte en Santa Claus, con la
misma misión de regalar, pero con nuevos ingredientes, mezclando temas nórdicos
con el mayor invento de la humanidad: El comercio.
Cuando los inmigrantes holandeses fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam,
más tarde llamada Nueva York,
obviamente llevaron con ellos sus costumbres y mitos, entre ellos el de Sinterklaas, su patrono
(cuya festividad se celebra en Holanda entre el 5 y el 6 de diciembre).
En 1809 el escritor Washington Irving,
escribió una sátira, Historia de Nueva
York, en la que deformó al santo
holandés, Sinterklaas, en la burda
pronunciación angloparlante Santa Claus.
Algo parecido sucede son la
fiesta celta del Samhain y la festividad cristiana del Día de Todos los Santos.
En gran parte, es una celebración secular aunque algunos consideran que posee
un trasfondo religioso. Los inmigrantes irlandeses transmitieron versiones de
la tradición a América del Norte durante la Gran hambruna irlandesa de 1840,
dando origen al All Hallows Eve (Víspera de Todos los Santos), cuya contracción
conocemos como Halloween.
En Aragón y otros lugares de
Europa, algunas poblaciones están haciendo intentos por recuperar la noche de
Samhain o Samain. En la Dama de Trébol, coqueto establecimiento a orillas del
canalizado Manzanares, decidieron celebrar la noche de todos los santos con
pasajes de una obra de teatro que transcurre precisamente en esa tétrica noche,
y que cuenta las aventuras del mayor fantasma que jamás ha existido:
Don Juan Tenorio.
Como el texto original es muy
conocido, se decidieron por una adaptación al tiempo y el lugar. Lamentablemente, no demasiado
lejos, se celebraba una de las llamadas macro fiestas en honor a Halloween, en
un recinto abarrotado en el que, entre menores de edad, también se permitió la
entrada de material pirotécnico. La avalancha que se produjo con los
primeros estallidos dejó tres jóvenes muertas, dos más en estado grave y un
elevado número de contusiones.
Las garzas nunca entenderemos la
manía de los humanos de divertirse a fecha fija, de acuerdo a un calendario
preestablecido; pero lo triste es que una celebración programada para el disfrute se
ha convertido en un oscuro drama y el cruce de acusaciones, tan habitual en el género
humano, no permite esclarecer ni depurar responsabilidades: Puertas cerradas,
aforo desbordado, pirotecnia, nervios, menores, falta de previsión, fallos de seguridad….
Y tres
jóvenes tragedias.
Ya son cuatro las tragedias sin sentido que se cobro esa macabra noche, ahora nadie se hara responsable y se pasaran la pelota unos a otros con tal de no pagar por este drama que se podia haber evitado.
ResponderEliminarTienes toda la razón. Lo peor no son los testimonios que aseguran que se vendieron más del doble de entradas del aforo autorizado, con el consiguiente desprecio a la normativa sobre espectáculos y al fisco. Lo más grave es el desprecio absoluto por la seguridad de sus clientes y consecuentemente, con la vida humana.
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