lunes, 12 de noviembre de 2012

XVII TRIBUTOS.

Las garzas no entendemos de tributos, pero los humanos, desde el principio de los tiempos, han obligado al pago, en dinero o en especie, a otros humanos sometidos a su poder. Las ciudades griegas cobraban a sus colonias y otras ciudades bajo su tutela las cantidades estipuladas. En caso de retraso de sus obligaciones tributarias, los ejércitos se encargaban de “ajustar las cuentas” para que la tesorería de la polis recuperase su nivel de ingresos.

Los romanos elevaron a la categoría de arte la recaudación de impuestos, nombrando cuestores que recorrían los diferentes territorios conquistados para engrosar las arcas del estado.

También han existido tributos humanos, como el de “las cien doncellas”, en virtud del cual el rey astur, Mauregato, se comprometía a entregar cien doncellas a Abderramán I. El sucesor del rey asturiano, Bermudo, sustituyó el pago humano por dinero. Alfonso II el Casto, decidió abolir el tributo y enfrentó sus ejércitos a los conquistadores  venciendo en la batalla de Lutos. El tributo humano quedó suprimido.

Años más tarde, Abderramán II, aprovechando la debilidad del nuevo rey de los astues, Ramiro I, exige de nuevo el tributo de las cien doncellas, que se reanuda hasta que, según se cuenta, Simancas envió a las siete doncellas que le correspondían con las manos cortadas. Como consecuencia de este hecho, los ejércitos de moros y cristianos se enfrentaron de nuevo en la mítica batalla de Clavijo, en la que la milagrosa intervención de Sant Yago, a lomos de su famoso caballo blanco, sembró el terror en las filas sarracenas y otorgó la victoria a las tropas de Ramiro I. En agradecimiento, el piadoso rey estableció un voto a Santiago, tributo dinerario que la iglesia cobró hasta 1812.

La obligación tributaria alcanza a todos los ciudadanos censados en los estados modernos, Obviamente, los no censados no tributan de forma directa, por lo que se inventaron los llamados impuestos indirectos que gravan productos y artículos de consumo que tarde o temprano cada ser humano termina comprando. Alcohol, gasolina, tabaco, pisos, pan, … entre IVA y otros impuestos indirectos todos los consumidores acaban cotizando a la tesorería pública, más conocida como Hacienda.

La cuestión tributaria está tan regulada y reglamentada en lo económico que, incluso, establece las obligaciones adicionales en las que se incurre en el caso de no atender debidamente los pagos y compromisos adquiridos.Sin embargo, los tributos humanos, se siguen pagando también, en aras de lo que se conoce con el generalista nombre de “progreso

Las carreteras se cobran vidas humanas cada fin de semana. A primeros del mes de noviembre se contabilizaban 3621 fallecidos en accidentes de tráfico en lo que va de año. Las instancias oficiales se congratulan cuando  el TRIBUTO resultante es de un número menor de vidas y se lamentan si la cifra aumenta.

En algún lugar hay una persona que adopta decisiones para corregir determinados factores desencadenantes de accidentes mortales. Pero siempre, siempre, después de que se hayan producido muertes que se habrían podido evitar. Un semáforo, una rotonda, un paso a distinto nivel, un ensanche, una curva suprimida parecen tiranos que exigen un determinado número de vidas a cambio de su materialización. De repente se enciende una luz y se adopta la decisión de corregir el hecho causante...

Los humanos son tantos miles de millones que parecen no tener demasiado aprecio por la vida de sus semejantes. Las cifras de fallecidos en carretera se dan con la misma naturalidad que la temperaturas del día, las precipitaciones o los resultados deportivos. Una noticia más. Sólo se sobresaltan cuando las circunstancias en las que se producen los decesos no están dentro de los cauces considerados normales. Los suicidios entran dentro de esta estadística. Tantos monjes tibetanos inmolados en protesta de la ocupación, tantos parados, o jubilados o cualquier otra categoría de desesperados que se suicida porque no puede atender sus obligaciones “legales”, aunque no sean justas. Estos fallecimientos se suelen interpretar como la única salida que les queda a los que ya no tienen nada más que perder. Siguiente noticia.

Pero acaba de materializarse un tributo humano fuera de programa. Una familia de tres miembros, matrimonio con empleos remunerados por encima de la media, un hijo de 21 años y una hipoteca asumible, si es que alguna lo es. La madre, que aparentemente había ocultado que la casa estaba embargada por el impago de sus cuotas hipotecarias, se ha arrojado al vacío cuando se iba a materializar el desahucio. Se ha encendido la luz. Alguien va a tomar medidas y ya algunas entidades bancarias han decidido suspender los desahucios en curso (no los embargos)

La luz se ha debido de encender en varios sitios a la vez, y, como consecuencia, se van a adoptar medidas urgentes para atender las necesidades de las personas con la espada de Damocles del desahucio, cuya situación lo merezca a ojos del legislador.

No hace mucho esta garza denunciaba las incomprensibles prácticas bancarias en materia de vivienda. No podría imaginar que haría falta un nuevo TRIBUTO humano para que alguien decida a intervenir en el tema.

Ojala el caballo blanco de Sant Yago nos permita no volver a pagar TRIBUTOS humanos nunca más.

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