jueves, 22 de noviembre de 2012

XXIII PALABRA DE DIOS



A lo largo de los tiempos el nombre de Abrahán ha recaído en personas de cierta importancia. Recientemente se han celebrado los cien años de la muerte del escritor Abraham Stoker, cuya obra más famosa, Drácula, firmada como Bram Stoker, ha tenido mil adaptaciones,  versiones y reinterpretaciones, como las modernas sagas de éxito de Blade o Crepúsculo. 

Otro Abraham, Lincoln, fue el presidente de los Estados Unidos que abolió la esclavitud de los negros en los estados sureños, lo que originó la única guerra que ha perdido el ejército USA. Las tropas del Norte derrotaron a las del Sur poniendo fin a la guerra de Secesión y al sueño “Confederado”

Mucho más atrás en el tiempo encontramos al patriarca Abrahán (Abraham, Avraham o Ibrahim en inglés, hebreo o árabe). Según la interminable historia del pueblo judío, la Toráh, concretamente en el Génesis, Abrahán era una persona de 75 años cuando Yavhé pactó con él hacerle dueño de todas las tierras que veía y convertir a sus descendientes en algo tan numeroso como las arenas del desierto.

Dada su avanzada edad y añadiendo el hecho de que su esposa Sara era estéril, probablemente Abrahán no pondría mucho entusiasmo en el trato. La propia Sara, temiendo que su esposo pudiera morir sin descendencia, le ofreció a su esclava, Agar, que concibió y dio a luz al primer hijo del venerable patriarca: Ismael.

Siempre según el Génesis,  cuando contaba 99 años de edad, unos ángeles que se dirigían a Sodoma con intenciones destructivas, pasaron la noche en su casa y le anunciaron que Sara daría a luz al segundo hijo de Abrahán, al que pondría por nombre Isaac. Para sellar el pacto con el “padre de pueblos” Yahvé exigió la “brit milah”, la circuncisión del propio patriarca y de sus descendientes. 

Génesis 17:24-27:"Era Abraham de edad de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio. E Ismael su hijo era de trece años cuando fue circuncidada la carne de su prepucio. En el mismo día fue circuncidado Abraham e Ismael su hijo. Y todos los varones de su casa, el siervo nacido en la casa, y el comprado por dinero en el extranjero, fueron circuncidados con él."

Y este hecho tan sangriento es el argumento que hoy se esgrime para reclamar lo que conocemos como La tierra prometida, en virtud del cual los descendientes de Isaac, también conocido como Israel, aducen un derecho divino sobre Palestina.

El problema es que los árabes descendientes de Ismael, el primogénito de Abraham, lógicamente, se consideran tan herederos de la promesa como sus primos hermanos.

A principios dl siglo XX, cuando los ingleses y Lawrence de Arabia liberaron a las naciones árabes de la dominación turca, se quedaron, entre otros territorios, con el protectorado de Palestina que llevaba mil quinientos años habitado por árabes. Entre la primera y  segunda guerra mundial los ingleses alentaron y permitieron asentamientos de judíos dentro del protectorado, a quienes los moradores palestinos, no sin cierto recelo, otorgaron tierras para cultivar. 

Pronto surgieron las rencillas. Los ingleses, como dos mil años antes hicieran los romanos, acabaron lavándose las manos y dejaron correr los acontecimientos. David Ben-Gurión declaró el estado independiente de Israel en 1948 y, en pocos años, los palestinos  pasaron a ser los refugiados y acogidos dentro de su propio territorio.


 












Es innegable que hoy por hoy, todos los pueblos merecen disponer de un estado propio en el que poder desarrollarse y prosperar como nación, por lo que el mismo derecho tienen unos y otros. Lo que no parece justo es que el pacto de Yahvé con Abrahán, simbolizado con la circuncisión, dé como resultado la actual situación en la que, por lo común, muchas vidas inocentes son sacrificadas para perpetuar una promesa reconocida por cristianos, judíos y musulmanes. 

Basta de matar niños. Basta de Sabra y Chatila, Basta de utilizar, una vez más, a dios para justificar nuestras mezquindades...

Este proceder no está escrito en La Biblia, por lo tanto, NO es PALABRA DE DIOS

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